Secundino Llorente

Departamentos didácticos

15/04/2021
 Actualizado a 15/04/2021
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Los claustros de profesores de colegios e institutos se encasillan o agrupan en seminarios o departamentos didácticos según la asignatura que impartan. Son aproximadamente dieciséis grupos muy desiguales; los más numerosos Lengua y Literatura Española, Matemáticas, Inglés y Orientación vienen a ser la mitad del claustro; los más pequeños, posiblemente unipersonales, Economía, Filosofía, Francés, Latín o Griego.

Los departamentos didácticos son los órganos encargados de realizar, principalmente, ‘estas tareas’: organizar y desarrollar las enseñanzas propias de sus áreas y los responsables de resolver las cuestiones pertinentes a las mismas; formular propuestas al equipo directivo y al claustro relativas a la elaboración del proyecto educativo del centro y la programación general anual; elaborar al inicio de curso la programación didáctica de las enseñanzas correspondientes a sus asignaturas; colaborar con el departamento de orientación en la prevención y detección temprana de problemas de aprendizaje y los que deberán seguir programas de diversificación; resolver las reclamaciones derivadas del proceso de evaluación que los alumnos formulen al departamento; elaborar, a final de curso, una memoria en la que se evalúe el desarrollo de la programación didáctica, la práctica docente y los resultados obtenidos o proponer las materias optativas dependientes del departamento.

La jefatura de departamento será desempeñada por el que tenga la condición de catedrático y, si hay más de uno, la jefatura será desempeñada por el que designe el director, oído el departamento. Si no hay un catedrático, jefatura será desempeñada por un profesor del cuerpo de profesores de enseñanza secundaria, también designado por el director y oído el departamento. Entre sus competencias debemos destacar su participación en la Comisión de Coordinación Pedagógica (CCP), dirigir y coordinar las actividades académicas del departamento, velar por el cumplimiento de la programación didáctica del departamento y la correcta aplicación de los criterios de evaluación y resolver las reclamaciones de final de curso que afecten a su departamento y elaborar los informes pertinentes.

Lo ideal es que hubiera un catedrático por asignatura y centro, pero estamos muy lejos de eso. Hoy apenas si quedan catedráticos en los institutos de Castilla y León porque no se habían convocado oposiciones desde las transferencias educativas en 1999. Ya han pasado 21 años de sequía y actualmente el catedrático es ‘una especie en peligro de extinción’. Precisamente ahora nos encontramos en plena selección, pero es una convocatoria ridícula en la que sólo se ofertan 200 plazas que no llegan ni al diez por ciento de los jubilados en el siglo XXI.

Hasta aquí la información formal y fría sobre los departamentos didácticos, pero creo que al lector le interesará más conocer lo que estos seminarios suponen en la vida de un centro. Cuando un profesor nuevo llega al instituto, se presenta a la dirección, la jefatura de estudios le da el horario e inmediatamente le llevan a conocer a sus compañeros de departamento. Con ellos va a estar la mayor parte del tiempo libre que pasa en el centro. Además de la hora semanal de reunión de departamento, todos coinciden en el despacho en cada cambio de clase y todos salen juntos en el recreo a la hora del café. Si la relación entre los miembros de un departamento es de buena convivencia, el nivel y las sensaciones de la vida de estos profesores serán muy agradables. Si un profesor es feliz con sus compañeros de seminario, le afectarán mucho menos los problemas que pueda tener con el resto del instituto. Pero si un profesor se enfrenta a sus compañeros de departamento y sólo pisa en el despacho en las horas protocolarias y obligatorias, su vida en el instituto se puede convertir en un martirio. Yo tengo mi teoría basada en la experiencia de muchos años sobre la garantía de una buena convivencia en un departamento didáctico. Todo depende de la primera reunión del curso en la que se reparte ‘el pastel’: cursos y grupos, guardias, tutorías, repasos, etc. Si en esa sesión reina la generosidad y buena disposición para que todo sea lo más nivelado posible sin que nadie salga muy beneficiado y, especialmente, nadie se sienta muy perjudicado, la excelente relación de ese grupo durante el curso ya está garantizada. De no ser así, la guerra está declarada hasta final de curso. Por suerte esta suele ser la excepción. Recuerdo los seminarios más numerosos del Lancia cómo ‘hacían piña’ entre ellos, los de matemáticas celebraban cada día en el recreo un convite en su despacho en el que cada cual aportaba lo mejor de sus técnicas culinarias, los de inglés aprovechaban el recreo para ir al polígono a saborear la tortilla de la hermana de Nino, los de Orientación siempre juntos, siempre riéndose y siempre organizando comilonas.

Tengo que reconocer que en mi larga experiencia profesional en el instituto las mejores sensaciones y las mayores alegrías las he tenido en mi departamento de Lengua Española. Estoy convencido de haber tenido mucha suerte con los compañeros de seminario. Al llegar al Lancia me mimaron y me ayudaron a ser feliz en el nuevo centro. Era una sintonía total en la que lo comentábamos todo, lo compartíamos todo y lo celebrábamos todo. Al pasar a la dirección del instituto lo que más echaba de menos era las tertulias del despacho de Lengua, que nunca perdí del todo porque siempre mi corazón estaba con ellos. Cada año organizábamos una comida con todos los excompañeros y hemos llegado a participar cincuenta que llegaban al restaurante desde toda la comunidad.

En ese ambiente de concordia y armonía entre los miembros del departamento está garantizada la realización de todas las tareas con gran profesionalidad y con mucha alegría.
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