Imagen Juan María García Campal

Del vaivén de los días

14/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Escribo después de, como dice Javier Otaola, Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica Española, y de él aprendí, «una experiencia felicitaria, emocionante, de esas que esponjan el corazón». Escribo, sí, después de vivir la experiencia de una nueva edición –la undécima– de Versos en el Hayedo de Busmayor. Escribo, pues, con el corazón alegre, palpitante de belleza y gratitud, en especial, a Carmen Busmayor, alma de los recitales, pero también al esfuerzo comunal que se ocupa, sin un ruido, muy discretamente de todo lo que lo rodea y festeja y agasaja. Mujeres y hombres cuyos nombres no salen en los carteles ni en las noticias pero redondean el acto con sus trabajos y alegría y que aún con sus miradas nos agradecen el compartir con ellos, sin reparar que para nosotros –para mí al menos– es regalo y premio gozar de tanta belleza, poesía y generosidad.

Mas siempre acaba uno –así es el vaivén de la vida– descendiendo de los humanos paraísos o cielos a los, en sentido laico, purgatorios o infernales días.

Así, mientras sus –cada purgatorio día menos mías– señorías se manifiestan incapaces de cumplir con su primeras obligaciones: lograr un gobierno de la nación y el mejoramiento de las condiciones de vida de la ciudadanía toda (no olvidar que «el que con mayor grandiosidad habla del pueblo quiere utilizarlo para sus propios fines», que dice el verso de Artur Lundkvist); el presidente en funciones, que se ve ya no necesita golpe de publicitario efecto, ante la tragedia de los refugiados pone cara de póker y Europa ciega imita a la justicia en su figuración, pero empeorándola con sordera y mudez ante la fragante inhumanidad que supone el trato dado por los países de la UE a los 500 náufragos rescatados por la oenegé Open Arms y otras, manteniéndolos en el infausto limbo de las aguas internacionales y haciendo vergonzosa verdad los versos del poeta Juan Ignacio González en su poema ‘Lampedusa o jamás’: «las vidas de la otra orilla no valen nada… menos que los sudarios con que cubren sus cuerpos… los cuerpos de la otra orilla se pudren para siempre bajo las aguas… algunas veces, nos comemos los peces que alimentan».

Para a peor ir, ha salido áspero Ábalos, en funciones de voz de su amo, con declaraciones comparativas y afirmando que el gobierno es respetuoso del derecho internacional. Y uno que creía que lo primero que respetaría y defendería esta izquierda serían los Derechos Humanos. Viviendo y aprendiendo del vaivén de los días.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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