Del tocino ni habló SM

Cada vez que llega esta noche tan entrañable para el 'Cortinglés' y los vendedores de langostinos me viene a la quijotera la distancia que sigue habiendo entre la realidad y la ruralidad, sobre todo a las nueve en punto de la noche cuando don Majestad nos habla como si nos conociera;qué digo como si nos conociera, como si nos entendiera.

Y el caso es que la cosa no empezó mal, a las nueve en punto, con el himno nacional, como el día de Santiago cuando a la alzada de la hostia Nando con la zuzaina tocaba el himno. Pero ahí se acabaron los parecidos, lo que viene después nada. Ni ‘comparanza’ de aquellas prédicas de don Santos desde el púlpito, mirando al cielo como en éxtasis, que parecía que las puntas de los dedos iban a disparar rayos y truenos con la pose de don Majestad, que no levanta la voz ni borracho en un karaoke cuando ponen en la pantalla la letra del ‘Torito bravo’ de El Fary. Como para convencernos de que está contento y de que estamos de fiesta. Él sigue con la maturranga de su señor padre, el que cogió el coche de línea para el extranjero, de las fechas tan entrañables.

Y mira que tienen mal fario los de la televisión del Tele Club que nada más acabar el discurso, para animar imagino, ponen un programa con unos paisanos con traje y guitarra que cantan «a ver, a ver, a mover la colita».

Un sindiós. Esto tiene que ser cosa de las fiebres, que ya se sabe que cuando sube la fiebre, Maruja Limón, no habla el paisano, hablan las fiebres. Que ya lo decía aquella mujerica de Veneros cuando los paisanos bajaban de la cantina echando exabruptos por la bocona: «No le hagas caso, que no habla él, habla el compañero».

Y el del himno seguía a lo suyo, las fechas entrañables,pero de lo nuestro, de la ruralidad, nada. Para ver si hablaba de lo nuestro le pregunté a Venancio el del Valle de las Casas por el mejor invento del mundo y me dijo sin dudar: «El tocino».

Y estuve escuchando el discurso hasta el final y no centré mucho los conceptos, pero del tocino ni habló.