denise-aldonzab.jpg

Del periodismo y otras miserias

05/02/2015
 Actualizado a 17/09/2019
Guardar
Mi primer trabajo fue para el grupo El Comercio. Con 18 recién cumplidos participé en varias de sus campañas de promoción para sacar unos ‘ahorrillos’ que invertir en el viaje de fin de curso. Por aquel tiempo, La Voz de Avilés celebraba su centenario con una exposición donde se mostraban las portadas más entrañables de la historia de la ciudad. Cien años contados a base de teclear la realidad.

Solo dos cursos después pisaba por primera vez la redacción. En aquellas prácticas de verano y las que siguieron conocí por primera vez a Alberto y la importancia de escoger un buen titular, a Yolanda que me ayudó a buscar la novedad en lo cotidiano, a Jesús y su habilidad para llenar dos páginas con una frase apuntada en una cajetilla de tabaco –pero, ¡qué frase!– o a Del Busto con sus célebres reflexiones sobre la balanza entre la vida y el espectáculo que deciden en los despachos de los medios de comunicación.

Allí, nos reunimos también un grupo de becarios que ansiábamos aprender más de una profesión que esperábamos fuera la nuestra en unos años. Unos pocos han pasado ahora, cuando aquellos compañeros que nos enseñaron tanto inician una huelga para protestar por el despido «injustificado» de dos redactores. Ya saben, la crisis, los recortes.

De las lecciones, comparto con ustedes la última de otra compañera: «En mitad de toda esta mierda, se puede hacer algo de periodismo». Y seguir llenando portadas para la historia, pero para eso hace falta trabajo –las ganas sobran–, ya no les cuento si además hay tiempo para hacerlo bien.
Lo más leído