Superadas las dudas tras lograr solo una victoria en siete jornadas antes de los triunfos ante Valladolid B e Inter, el equipo berciano vuelve a estar en lo más alto de la tabla y afronta con optimismo e ilusión una temporada que está sirviendo para dejar atrás tres años de sinsabores.
Y es que a estas alturas del pasado curso, el futuro de la escuadra blanquiazules era negro. El equipo berciano terminaba la 16ª jornada en la penúltima posición con solo trece puntos tras caer goleado en su visita al Rápido de Bouzas (4-1) un partido con el que los de Carlos Terrazas tocaron fondo.
En nada se parecela Ponferradina de Bolo a la del pasado curso. Pese al ‘bache’ en los meses de octubre y noviembre, el equipo berciano se ha caracterizado por una fortaleza defensiva que el año pasado jamás mostró y es el segundo equipo que menos goles encaja de toda la Segunda División B solo superado por el Linense del Grupo IV, que ha encajado un gol menos (6) que los blanquiazules.
Así, en las cuatro últimas jornadas y pese a las bajas o las lesiones de Gianfranco Gazzaniga o Jon García, la Deportiva ha mantenido el buen tono defensivo y solo ha encajado un tanto, el que le costó el partido ante el Navalcarnero.
Resurgir a domicilio
La metamorfosis también se ha dejado notar a domicilio. En las últimas temporadas salir del Toralín era sinónimo de sufrimiento, una dinámica que este curso se está cambiando. De hecho, a falta de tres partidos para el final de la primera vuelta, la Ponferradina ya ha ganado los mismos partidos como visitante (3) que ganó la temporada pasada y también en la 2016/2017, donde los blanquiazules fueron incapaces de lograr un triunfo como visitante en toda la segunda vuelta.
Así, ante el Inter, en una superficie artificial que en los últimos años había causado verdaderos quebraderos de cabeza a los bercianos, la Ponferradina demostró que esta temporada toca aparcar el pasado y soñar a lo grande.