Imagen Juan María García Campal

Del cotidiano agotamiento

30/09/2020
 Actualizado a 30/09/2020
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La verdad. Si hoy me decido a romper el silencio, a escribir esta colaboración semanal es por mero ejercicio de resistencia. Por no dejarme vencer por la desgana que me provoca la continua beligerancia de aquellos a quienes periódicamente confiamos el mejoramiento de nuestros días y vidas y cuyo quehacer cada día se parece más a una visceral algarabía de pertinaces y voluntarios sordos. Tal parece que su principio básico de convivencia no es escuchar al otro y encontrar puntos de acuerdo desde los que procurar aminorar las diferencias, sino desde el primer momento ir construyendo la contestación que más alimente el rebate, la embestida a que hacía referencia don Antonio Machado cuando constataba y enseñaba que «en España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa».

La verdad. Repito: si hoy me he decidido a romper el silencio, a escribir estos, más o menos, dos mil quinientos caracteres, es porque sin duda lo tendría por otorgamiento cómplice de este estado de cosas que, me da, no lleva a ningún buen lugar y alimenta a quien alimenta (¿tengo que escribir de nuevo el latinajo que detesto?), por generosidad, lo peor de cada uno de nosotros mismos. ¿Tan amnésicos son, tan irresponsables? ¿Tanto ignoran nuestra larga historia fratricida? ¿Tan pronto olvidan los muertos por la pandemia? ¿Ignoran las graves secuelas que sufren los infectados recuperados? ¿Y los retrasos en atención los enfermos crónicos, el engrosamiento de las listas de espera, el dislate de la atención primaria,…? ¿Por quiénes se tienen? ¿Por quiénes nos tienen?

La verdad. Cuesta trabajo sujetar los caballos del temperamento, abrigarse de lo mejor del carácter y retomar, una vez más, aun la duda de que me lean, el requerimiento a los políticos –ese cotidiano agotamiento multicolor y necio a extremo– al sentido común, a la responsabilidad democrática. Y conste que cuando digo políticos, digo, rey incluido, todos los que en el Estado representan algún poder, pues bien se sabe que hay muchas formas de politiquear.

Ojalá aterricen estos conciudadanos de vario tratamiento. Yo, a fin de que no olviden, les acerco este poema, del poeta recientemente fallecido Mariano Crespo, titulado ‘Político’: «Al alcance de tu mano/ tienes todo el pastel y las medallas al mérito./ Los diplomas de conducta/ y un bolígrafo a sueldo.// Pero no olvides que te votamos/ para que compartieras las causas de nuestro insomnio.// No para que nos vendieras un sueño».

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos. Cuiden, cuídense.

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