28/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Impactos. Ahora se llaman así, impactos. Hubo pesetas, euros, bitcoin y ahora hay impactos. Son algo intangible y ‘cool’ y nuestra obligación es creernos que son moneda de curso legal, que debe de cotizar en los mismos foros que otras divisas, como los gallifantes, los griales o los gamusinos. La contabilidad es imaginativa, ya se sabe y los impactos suelen durar lo que las ondas de una pedrada en la superficie calmada de un lago. No hemos entendido su valor.

Digo esto a propósito de las cuentas y recuentos de la capitalidad gastronómica leonesa. Se nos dice ahora que ha sido un éxito por la cantidad de impactos que ha tenido y se valoran esos impactos en diez millones de euros. Ahí es nada. No sé a cuánto está el impacto hoy día; es más, dudo que alguien lo sepa. No se indica quién y cómo se hace esa tasación y dónde y cómo van a parar tan pingües beneficios. Resulta curioso que en un año en que todos los indicadores turísticos han disminuido con alarma, en que visitas y pernoctaciones cotizan a la baja, se hable del éxito impactante de este marchamo ofrecido por unas asociaciones a un precio también impactante. Al cierre de la capitalidad de Huelva se publicó que su «impacto mediático» había ascendido a catorce millones. Ahora se dice que León gana por goleada, aunque la cuenta sea otra. Por el mismo precio podrían decir lo que quisieran, el cálculo lo hacen ellos y se da en cifras redonditas, para que nadie se pierda. Como muchos ciudadanos, preferiría unas cuentas que no fueran tan… creativas: cuánto costó la capitalidad (sí, tiene tarifa), cuánto organizarla, cuánto llevarla a cabo durante un año. En definitiva, cuánto hemos pagado los ciudadanos de León por ese evento y cuánto han ingresado las arcas públicas y privadas gracias a él. En euros.

Almería ha competido en dura pugna consigo misma para ser la próxima impactada (no había más candidatas…). Zamora, después de pensárselo, no se presentó «por el elevado coste que supone la candidatura», según dijeron en su ayuntamiento. Coste del que poco se habla y es complicado verificar, ni siquiera en la web de los organizadores: según alguna entrevista realizada a los responsables de la franquicia, ese ‘canon’ asciende al menos a 150.000 euros. Euros de la Unión, no se admite pago en impactos.

Quizás uno de los quid de la cuestión estriba en la confusión entre fama y notoriedad, reputación y celebridad. Una notoriedad fugaz, insulsa, que a nadie beneficia, está al alcance de casi cualquiera, como pronosticó Warhol. Hay donde elegir: un comportamiento estúpido, una caída ridícula, cualquier sandez ‘on line’ o un ‘casado’ en el Congreso proporcionan impactos a cascoporro… Lo difícil, llegados a este punto, es no haber protagonizado una necedad elevada a ‘impacto’ por las cajas de resonancia que llevamos en el bolsillo. Lo difícil es mantener cierta dignidad, no pensar que los demás somos bobos, y hacer unas cuentas que todo el mundo entienda y pueda verificar. Sin impactos.
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