Deconstruyendo el frío

29/09/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Siempre dicen los modernos cocineros, los que fusionan y deconstruyen, que ellos en realidad se pasan la vida buscando los viejos sabores, puros, los aromas que recuerdan en la chapa de la cocina de su abuela, los que parecen haber desaparecido y tras su espíritu viajan entre fogones y fórmulas.

Los modernos modistos y diseñadores, modistas y diseñadoras, sorprenden en las grandes ferias con miradas retro, con tejidos vaporosos hechos con lana de oveja merina y trashumante, porque también ellos investigan para regalarle al futuro lo que el pasado tuvo sin pasarelas ni alharacas.

Los moteros llevan chupas que en una sola pieza reúne la vieja cazadora y el periódico que los paisanos se metían por debajo para que el aire frío no encontrara resquicio, además de taparse con una pieza de plástico que cubría del rocío cuando estaba aparcada, mientras el paisano jugaba la partida en el bar.

No iban a ser menos los constructores de gorras, los cocineros del calor para la cabeza. Ahí tienes todas las variantes que deja libres la eterna boina, de Elósegui habitualmente. Una para calvos con la única finalidad de tapar el cartón, otra de lana para frioleros, que no falte una para vestir los domingos y la imprescindible con orejeras, que además de cómoda y caliente siempre fue una metáfora. Yestos días... más.
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