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Decidme cómo es un árbol

09/12/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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Me gusta. Decididamente, irremisiblemente me gusta. Me gusta y mucho el título de esta columna. Por eso agradezco a Fernando Macarro Castrillo, más conocido por Marcos Ana, que me lo ceda este tiempo andaluzamente inmisericorde e invernal en que todavía está con nosotros pese a haberse ido con sus 96 salmantinos años a cuestas el veinticuatro de noviembre, un día antes que Fidel Alejandro Castro Ruz, el Fidel de barba, tempestad y pies cubanos.

Conocí a Marcos Ana, el hijo de Marcos y Ana, campesinos de extrema pobreza profundamente religiosos, encarcelado por el franquismo durante 22 años ininterrumpidos en mayo de 2009 aquí, en León, con motivo de la presentación de Decidme cómo es un árbol. Fue una gran suerte que me deparó el destino conocer a este hombre, a este hombre magnífico, el preso político de más larga duración de la dictadura española y, pese a ello, adalid siempre de la reconciliación, la paz, la libertad y la justicia social, incluso una vez libre en su amplio, incansable, recorrido por Europa y Sudamérica. De ahí que no resulte nada extraño que el Auditorio madrileño Marcelino Camacho se quedase pequeño en el homenaje-despedida que se le brindó, aunque aún faltase por llegar la ilusionante película sobre la Guerra Civil basada en el libro citado prometida por Pedro Almodóvar en Cannes en mayo de 2009. En las horas que estuvimos juntos, un regalo inmerecido de los dioses que me hace estar en deuda permanente con este poeta fraguado en el presidio un año y otro y otro y otro y otro… descubrí la bondad, la esperanza y la lucha en pro de los demás, sobre todo de los más frágiles. Cuánta satisfacción he sentido, y siento, por haber sido invitada a intervenir junto con él en la presentación de Decidme cómo es un árbol, libro autobiográfico sobre la prisión y la vida prologado por el Nobel portugués José Saramago, quien certeramente ha aseverado que es «una lección de humanidad». He vuelto estos días a releerlo y los recuerdos han regresado con él en abundancia. Palabras hermosas conforman la dedicatoria a mí dirigida. Con orgullo las traigo aquí: «A Carmen Busmayor. Compañera en la poesía y en la vida, este libro que es una canción de amor a la libertad y a la vida.¡Y no pierdas nunca la pasión por crear! Marcos Ana 2009».
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