Decálogo del sinsentido

01/09/2020
 Actualizado a 01/09/2020
Guardar
La nueva normalidad, apodo incongruente en sí mismo, revela lo ajena que está la pandemia al sentido común, hoy paradójico también. El miedo sumado a la ignorancia y ambos unidos a los prejuicios que esperaban su momento estrella, se han convertido en una nebulosa que desborda incoherencia. Es el decálogo del sinsentido que se manifiesta en nuestro peor momento. Día tres, Clínico de Valladolid. Eva ingresa en planta tras dos días en la UCI por una operación de apendicitis. Detrás de la puerta de la habitación y un pasillo que parece el Camino de Santiago, no solo por las flechas indicativas, sino también por el río de «peregrinos», aparece la derrota social de una situación límite. Tres camas con sus aparatajes , tres sillas ideales para romper espaldas, tres armarios con acceso libre y seis personas en un espacio en el que el Covid se da un banquete y la rabia se apodera de los padres. ¿Mascarillas, dos metros interpersonales ? Ni mamparas de separación ni desinfecciones al cambiar de usuario…solo mucho amor con el de al lado, porque dicen que el roce hace el cariño y allí, los codos de unos y otros se confundían. Día tres: libro de reclamaciones. «Quería quejarme porque los protocolos sanitarios no se cumplen en las habitaciones. ¿Cómo dice? ¿Puedo acercarme a esa mampara que le protege para que me escuche mejor? No caballero, hay que respetar la distancia de seguridad. Pues eso señora, pues eso». Y como en las colas de los consultorios médicos, la queja no es social, es de unos pocos. El resto apoya pero solo para pasar el tiempo hasta que le toca turno. Luego echa a correr olvidando que la pandemia ha enseñado que las reacciones deben ser comunes o no ser. Eso y que no se puede gestionar bajo el dictamen del sinsentido, cruzando los dedos o rezando, según creencias. Día seis, Eva se va para casa. Esta vez sirvió cruzar los dedos más que las reclamaciones, pero la próxima…tal vez no sea suficiente para otra Eva.
Lo más leído