16/12/2015
 Actualizado a 10/09/2019
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Ya hace 24 años que vivo en Madrid –tempus irreparabile fugit– y vivo en la Latina. La Latina es un barrio de bares y entre todos ellos, el mío es Casa Lucas. Es un bar en el que puedes hablar con un japonés traductor del Quijote o con un aparejador que conoce todas las historias del Madrid de fin de siglo, con nombres y apellidos. Quiero decir que es un bar seguro, en el que nunca me ha pasado nada. Pero estaremos de acuerdo en que no existe la seguridad absoluta, que de una manera u otra todos estamos expuestos, el riesgo acecha, no nos vamos a engañar.

Ayer mismo, sin ir más lejos, estaba yo tan a gusto apoyado en la barra, cuando se me acercó una desconocida –por cierto, atractiva– y me dijo: Va a empezar el debate. Me pilló por sorpresa, si lahubiera visto con un cinturón de explosivos entorno a su cintura no me hubiera asustado más. Ya no está uno seguro ni en su bar.

Ella esperaba una respuesta por mi parte, más bien una justificación para no estar viéndolo, incluso que pidiera ya perdón preventivamente. Se la di: ¿El debate? Todo día está lleno de debates. Cada uno con los suyos. Yo, sin ir más lejos, ahora mismo me debato entre pedir una caña o una caña doble. Ya ves. Me preocupa más. Creo que mejor una doble. Gracias, me has ayudado a decidirme. Comenzaba a ser insoportable este debatirme mío, no sabes... gracias. De corazón.

Y se fue. Parecía indignada. Pedí otra doble y la espuma de la misma llevó mis pensamientos hasta Pascal. Debatirse, dudar es lo propio de los seres humanos. Pascal, cuando se preguntaba qué es el hombre, se debatía, sin lograr decidirse, entre los dos extremos que van del todo a la nada: ¿Qué es el hombre? Un todo frente a la nada, una nada frente al todo. Un medio entre todo y nada. Esto sí es un auténtico debate y no esta pornografía intelectual y política con la que hacen caja las televisiones.

Javi, el camarero, que parecía haber escuchado mis pensamientos me dijo: Vale, tú sigue con Pascal, pero yo creo que has dejado escapar una oportunidad, esa chica quería guerra.

No digas bobadas y ponme otra doble.

Y la semana que viene hablaremos de León.
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