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De vuelta al error

13/09/2020
 Actualizado a 13/09/2020
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La vuelta a las aulas está siendo la más atípica de las últimas décadas; mascarillas, tomas de temperatura y distancia social entre niños, pero aglomeraciones de adultos en la puerta. A lo largo de esta semana, los alumnos han parecido tener más conciencia que muchos mayores, tal y como se ha visto en el vídeo viral de una niña a la puerta de un colegio explicando que era mejor respirar un poco peor por llevar mascarilla que morirse. Nos creíamos que eran los alumnos más pequeños quienes más problemas darían para estar en clase seis u ocho horas con la mascarilla puesta y para seguir todo el protocolo de entrada a los centros educativos, pero diversos testimonios y noticias han demostrado que muchos adultos son los más inconscientes. Sin duda alguna, cada vez son más los niños que dan lecciones a quienes creemos tener la verdad absoluta solo por tener la mayoría de edad.

El curso presencial ha comenzado hace apenas unos días, pero ya ha dejado en evidencia la existencia de múltiples problemas a la hora de gestionar la vuelta a las aulas, lo que ha provocado el confinamiento de clases en toda España. Para tomar conciencia de la gravedad del problema, hemos de tener en cuenta que son solo los más pequeños quienes han comenzado las clases, pero en cuestión de horas empezaremos también todos los estudiantes de niveles post-obligatorios. En mi opinión, en lo que respecta a la Universidad, dudo mucho que terminemos el cuatrimestre de forma presencial, especialmente por la necesidad de la mayoría de coger el transporte público, el cual está abarrotado por la falta de frecuencia de paso, para acudir a la facultad.

En definitiva, es innegable la importancia de que los alumnos sigamos los protocolos sanitarios para que la vuelta a las aulas sea lo más segura posible, pero no se puede negar la existencia de errores de base sin subsanar. Es cierto que es inevitable que una persona se contagie y, por consiguiente, el resto de estudiantes puedan estar expuestos al virus, pero el problema reside en que no hay soluciones verdaderamente eficaces que minimicen los efectos colaterales de dicha situación y aseguren que la educación siga siendo de calidad.
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