De una punta a la otra

El profesor Arsenio Terrón, biólogo, viajero habitual por Picos y defensor de su potencial y su futuro, lo tiene muy claro, no nos puede proponer una ruta o un lugar: hay que visitarlo "entero"

Arsenio Terrón
09/09/2018
 Actualizado a 18/09/2019
"En Picos se puede decir que hay un bosque para cada persona pues, aún haciendo el mismo recorrido, cada caminante lo percibe de una manera distinta".
"En Picos se puede decir que hay un bosque para cada persona pues, aún haciendo el mismo recorrido, cada caminante lo percibe de una manera distinta".
Voy a avisar desde el principio de que voy a desobedecer —cosa que me seduce bastante— sobre lo que se me pide. No es un capricho, es una necesidad. Se me pide recomendar un lugar, una ruta, algo de Picos de Europa y voy a ser claro:  «Picos hay que visitarlo, vivirlo, disfrutarlo, de una punta a la otra. No tiene desperdicio. Es cierto que tengo mis rincones favoritos y hasta os lo diré, pero la sugerencia es que vayáis a todo Picos.

Y es que pese a ser un espacio muy homogéneo tiene la variedad de ir sorprendiéndote en cada etapa, en cada paseo, desde los moderados escarpes de Cantabria hasta las grandes torres de Asturias y León para acercarse al desfiladero de Los Beyos, con esa caída profunda, de más de mil metros de desnivel, que cierra la caja de las sorpresas.

No solo me atrevo a recomendar un viaje a todos los rincones, también lo sugiero para todos los leoneses fundamentalmente y para los españoles, pues resulta triste comprobar que este espacio nuestro es referencia para gentes llegadas desde todo Centroeuropa, por ejemplo, mientras muchos leoneses aún no lo conocen.

Un bosque para cada persona

Leía hace unos días a nuestro gran montañero Isidoro R. Cubillas que decía que «en Picos hay una montaña para cada persona». No le falta razón a este gran conocedor de la montaña «para vencerla». Yo que soy más amigo de la montaña para pasearla extiendo su reflexión para constatar, por ejemplo, que «hay un bosque para cada persona pues el mismo bosque es diferente si lo recorro yo que si lo recorre otra persona, cada uno lo percibimos de una manera distinta y hay auténticas joyas encerradas entre los macizos de Picos de Europa, espacios que cada vez que los paseas descubres algo nuevo. Pondría un ejemplo, tal vez manido pero muy ilustrativo de lo que digo: los hayedos de Vegabaño. No sé las veces que los habré recorrido y cada vez los percibo diferentes pues cambias un camino, una trocha o un regato y ya estás en otro mundo de sensaciones. En definitiva, cada visitante quedará extasiado por lo que ve pero cada uno lo haría por algo personal.

Ya os he hablado de un bosque y dije al comenzar este ‘recorrido’ que no iba a esconder cual es mi pequeño paraíso dentro del gran paraíso de Picos de Europa. Para mí, aunque no sea muy original, serían las praderas de Vegabaño y las faldas del Jario, por esa tranquilidad que te infunde quedarte allí, mirando hacia el norte, con Peña Santa en el horizonte con su imagen imponente y sobrecogedora. Os confieso que ahí, en ese momento, me encuentro en paz conmigo mismo, reconfortado, y consciente de lo poco que somos en comparación con todo lo que me rodea, desde el paisaje vegetal del hayedo a la mole impresionante de la peña.

Ya que se me pide una sugerencia voy a obedecer, en parte, y os sugiere que hagáis una parada en estas praderas... pero en el camino de recorrer todo el espacio de Picos de Europa.

Hay un bosque para cada persona pues aún el mismo bosque provoca sensaciones diversas en cada unoQuisiera añadir algunas reflexiones de viajero habitual a Picos para que os acompañen en vuestra visita. La primera es que Picos de Europa es el único Parque Nacional del país que alberga pueblos en su interior. Yo lo veo como una riqueza añadida, hay pueblos luego hay gentes, habitantes, cada vez menos por desgracia. Es otro potencial que debéis disfrutar, el carácter de estas gentes que está ahormado y marcado por el territorio en el que viven. Sus actuales habitantes ya gozan de una cierta calidad de vida pero es fácil imaginar lo que han luchado las generaciones anteriores para luchar contra las inclemencias de todo tipo y que, sin duda, han sido las forjadoras de un carácter tan luchador como guerrero frente a la adversidad, aprovechando los resquicios que les dejaban las nieves y otros elementos para mantener una economía de subsistencia y unaforma de ser impensable en otros espacios.

La siguiente reflexión es qué ha ocurrido para que muchos de estos habitantes de los pueblos de Picos vivan de espaldas a la figura del Parque Nacional, que se sientan incluso coartados por esa figura que ven más como restrictiva que como una posibilidad más de vida, de una vida mejor. Creo que el futuro pasa por el entendimiento, por hacerles entender que sólo hay futuro si se cuida este espacio, si logramosverdadero paraíso natural, si convertimos Picos en un destino turístico de primer orden, como merece...


Sentarte en las praderas de Vegabaño,  con la inmensidad de  Peña Santa enfrente, es sobrecogedorPero no olvidemos en este diálogo a las gentes, a los habitantes.No despreciemos la sabiduría de sus gentes, fruto de siglos de experiencia y experiencias. Su sabiduría es igual de sabiduría que la obtenida en las aulas de las más prestigiosas universidades. Reconozco que desde el ámbito académico y político muchas veces se toman decisiones desde los despachos creyendo que conocemos la realidad de estos territorios, porque los hemos estudiado, pero cuando he tenido la posibilidad de confrontar estas ideas con los vecinos, con las tradiciones, con sus usos y costumbres, he comprobado que adquieres una visión nueva. La razón está en el diálogo, en sumar la sabiduría académica con la del habitante. Hay que escuchar asimismo a esos jóvenes, muy formados en el ámbito académico, que han acudido a estos valles con sus ideas y están siendo muy bien acogidos, con las inevitables reticencias iniciales, por las gentes del valle.

No olvidemos que esta historia empezó con un marqués que para su gran gesta, subir al Urriello, necesitó la ayuda de un cainejo. Los dos fueron imprescindibles. Los dos.
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