Imagen Juan María García Campal

De tres hombres y dos fulanos

14/04/2021
 Actualizado a 14/04/2021
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Hablando de las humanas cosas y casos con un amigo argentino, este vino a fijarme, por fin, idea sobre qué escribir para hoy. Lo hizo al citarme, ¡de memoria!, esta frase: «La estabilidad y el progreso de la sociedad dependen en grado decisivo de la calidad humana de sus componentes». Frase de don Arturo Umberto Illia, presidente de Argentina de octubre de 1963 a junio de 1966. Hombre que, según me refirió mi amigo, como que fuese editor de la Wikipedia, nunca se benefició de su cargo, hubo de vender su coche siendo mandatario para pagar sus tratamientos médicos, rechazó la pensión que como expresidente le correspondía y regresó a su pueblo a seguir ejerciendo su profesión de médico.

Confieso que, aún las posibles diferencias ideológicas, según me relataba estos detalles, yo me decía: «mira, otro don José Múgica», y como que endulzaba la semana que, entre más, dos mediocres fulanos casi me avinagran hasta que (ay, san Barrett) ajusté su capacidad de agriarme el humor a su catadura moral.

Me contó también, e incrédulo lo comprobé y soporté, que un fulano, exalcalde condenado años ha en el primer caso de acoso sexual en la política en España, ha salido en la privada, pero bien financiada con lo público, televisión regional negando lo, en su día, judicialmente evidente y probado y así como queriendo parecer más víctima que acosador, cuando, por más que quiera sembrar reparos, lo juzgado, probado y sentenciado; sentenciado, probado y juzgado está.

Igual me contó, e incrédulo lo comprobé y soporté, cómo otro fulano –acaudalado, muy condecorado, jesuítico, ex de muchos cargos públicos, socialista listo y mentiroso (siendo ministro denunció haber sido agredido en una manifestación de la Asociación Víctimas del Terrorismo y la justicia consideró probado que no había sufrido agresión alguna)– aprovechó una entrevista televisiva para intentar –que no es poder, qué más quisiera– tildar al difunto don Julio Anguita de «intelectualmente pobre». Ya se sabe que la miseria humana como la maledicencia se escupe en frases breves y más por quien bien quisiera poder argumentar su discurso político y poder avalar su coherencia vital y política (lo de la teoría y la praxis, ya sabe), con la ejemplaridad del maestro y Califa Rojo, don Julio Anguita.

Ya ve, hoy he escrito de tres hombres de calidad humana y de (así nos fue, así nos va) dos fulanos.

Y le dejo, que he de preparar mi celebración del 14 de abril, que será cuando usted me lea, y que, para mí, no es cosa menor.

¡Salud!, y cuide y cuídese.
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