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De siervos a esclavos

19/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Apenas corría octubre, con sol, habían transcurrido seis días. Desde mi terraza en cuyas jardineras anidan las torcaces con frecuencia sin permiso en tanto la nieve apunta al abandonado Pozo Julia veía pasar coches, abundantes, girando a unos noventa metros a la izquierda. Allí aguardaba a sus ocupantes el mentado Pozo Julia o más conocido desde antiguo por Pozo Vertical, también a quienes fatigosa caminata arriba se aproximaban curiosos y alegres. Alejandro Martínez Rodríguez, desconocido para mí hasta entonces, nacido en el berciano Langre, presentaba su primer libro editado, De siervos a esclavos, cuyo principal eje era, y es, el mundo minero desde 1843 hasta 1947 en Fabero, ante todo, y su zona.

El lugar de presentación no podía ser más acorde con el libro. La sala contigua a las duchas de antaño en la cual un rojo grafitti referente a las Marchas Negras o Mineras a Madrid (fueron tres) en clara batalla contra el engaño, la usura y la especulación en beneficio de la maltratada minería.

La obra fue acogida por una sala repleta con alegría, interés y aplausos. De alguna manera era un reencuentro con nuestro pasado, nunca olvidado, aunque sí muy oculto, silenciado, por imperiosidad o miedo latente aun a estas alturas. Se trataba de un libro necesario sobre Fabero, pues en el registro bibliográfico sobre el lugar salvo el documentado, valiosísimo estudio que supone la obra del nativo Eloy Terrón Abad, Los trabajos y los hombres, basado en el Fabero campesino, o sea, anterior al minero, y otras investigaciones menores de este filósofo y antropólogo, hijo predilecto de la villa, cuyas cenizas reposan en el monte Valdeguiza, a quien Alejandro Martínez, licenciado en Historia, cita con admiración, más debida lealtad, ya en la ‘Dedicatoria’ del trabajo que nos ocupa, volviendo sobre él numerosas veces en su transcurso, junto, además, a otras pequeñas pero interesantes calas de Javier Rodríguez o los varios documentales pertenecientes a Eloína Terrón apenas existe nada más. Estamos, pues, ante una obra totalmente necesaria en la historia faberense. Ésta con sus 337 páginas y 835 notas a pie de página exige mi felicitación a su joven autor más la demanda de que se anime a lanzarse a una tesis doctoral. Lo merece esta parte de España hoy tan en declive y en la que tantas cosas crueles e injustas han sucedido debidas a quienes ostentaban el poder. Anímate, Alejandro, César Terrón Abad junto con Serafín Fernández, ‘El Santeiro’, los encarcelados y encarceladas (aunque pocas, también hubo mujeres) en Los Barracones y muchos, muchos más desde la constelación de la justicia para todos te lo solicitan igualmente. El libro, con escasez comentado por mí, es más que la pretendida «pequeña lámpara que proyecte un haz de luz con el que alumbrar las oscuras galerías de la historia de este pueblo minero», conforme tú, Alejandro, te refieres en el ‘Preámbulo’.

Para concluir, resta agradecer a la madrileña Editorial Mountainsoft-Caminos y Cumbres, S.L. el haber acogido bajo su sello y darnos, por consiguiente, a conocer este magnífico De siervos a esclavos.

Prosigue octubre, comienzan a caerse las hojas. La vendimia se halla aún en marcha. A veces se irrita el viento. El Cúa baja sin suerte. Sobre esta amada cuenca ya no se instalan explotaciones carboníferas. ¿Mañana?
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