De repente, un genio

José Ignacio García comenta el libro de Mariano Peyrou 'Lo de dentro fuera'

José Ignacio García
25/09/2021
 Actualizado a 26/09/2021
El autor Mariano Peyrou. | SEXTO PISO
El autor Mariano Peyrou. | SEXTO PISO
 ‘Lo de dentro fuera’
Mariano Peyrou
Editorial Sexto Piso
Novela
148 páginas
15,90 euros

Hay libros que tienen 148 páginas, pero parece que tienen 841; libros que leerías deprisa y que releerías luego muchas veces de una manera mucho más reposada; redescubriéndolos y encontrándoles nuevos matices, como una fruta jugosa que, por mucho que la estrujes, no deja de ser pródiga en zumo, o como una casona en la campiña a la que vuelves de vez en cuando para hallar nuevos enseres polvorientos en el desván o misivas románticas ocultas detrás de un cuadro colgado en una pared o tesoros sepultados bajo las baldosas de un jardín desatendido.

Uno de esos libros adictivos es ‘Lo de dentro fuera’, la nueva novela de Mariano Peyrou, publicada por Sexto Piso; lo que –a priori– es garantía siempre de lectura que huye de lo convencional.

‘Lo de dentro fuera’ no es una novela al uso, ni en su planteamiento ni en su estructura ni en su argumento… ni en casi nada. Ni falta que le hace. Protagonizada por una joven actriz de nombre que en ningún momento se revela, se podría decir que es una recopilación de anotaciones, de reflexiones, de pensamientos, de temores o de sueños, prendidos de manera inconexa en una especie de diario, sin una extensión ni un orden predeterminados, como retales de diversos tamaños, texturas y estampados que alguien intenta aglutinar en un muestrario cuyo resultado definitivo es una colorida explosión de sensaciones originales y desconcertantes.

Ese diario, insisto, por llamarlo de alguna manera, carece de fechas, va y viene en el tiempo; unas veces se remonta a la más tierna infancia de la protagonista y refiere un acontecimiento o un recuerdo concreto, vivido en soledad o en compañía de sus padres o de su hermano pequeño o de sus amigas del colegio o de algún ligue adolescente y no siempre agradable, y otras veces esos acontecimientos pierden nitidez o podrían repetirse en el mismo pasaje con distintas edades, como si la vida fuera un disco que no deja de repetirse a lo largo de los años.

El lenguaje que emplea el autor es aparentemente sencillo, carente de bisuterías léxicas o de aparatajes gramaticales; así consigue que el ritmo sea ágil, y que cada palabra, a pesar de no ser lustrosa ni de requerir la consulta del diccionario, se convierta en la pieza imprescindible de un puzzle gigantesco, cuajado de reflexiones concisas de la protagonista que desconciertan, azoran y estremecen, como una descarga eléctrica que recorre el cuerpo del lector en cada párrafo.

A esas reflexiones peculiares o profundas se unen los diálogos, algunos de tres líneas, como si fueran haikus a dos voces; otros tienen dos tan solo, y son como un fuego cruzado entre dos pistoleros, como un intercambio de pelotazos entre dos tenistas de piernas contundentes y cinturas escuálidas; y los más extensos ocupan pocos renglones más, apenas los suficientes para formular hipótesis a las que el interlocutor le busca las vueltas, como si fueran impermeables de doble cara. Muchas de esas conversaciones mínimas surgen de un planteamiento absurdo, dubitativo o banal, para acabar bordando un remate flamígero. Y es que todas siguen un denominador común: son como fogonazos que deslumbran y queman y escuecen unas veces, y otras plantean opiniones contrapuestas que, seguramente, buscan la conclusión definitiva en boca del lector, apabullado por la capacidad creativa y de raciocinio de una actriz que vive embarcada en una vida de mentira y de mentiras.

No existe en la novela un conflicto argumental, porque el verdadero enfrentamiento lo vive la propia actriz consigo misma desde el principio, cuando se siente una idiota, porque ‹‹parece que ser idiota es confundir lo real y lo imaginario, lo de dentro y lo de fuera: es perseguir fuera algo que solo existe dentro. Pero (…) son los que no confunden lo de dentro y lo de fuera los que son idiotas››. Tiene catorce años en esa misma página, cuando decide que va a investigar sobre la vida. Es entonces cuando una de las voces, en que con frecuencia se apoya para dar consistencia a sus soliloquios, le echa en cara que va muy rápido, a lo que ella replica «no voy rápido. Voy lejos».

Esas voces auxiliares suelen pertenecer a Sergio, un novio con el que mantiene una relación «que circula por toboganes y puentes, pero no por canales», y a su profesor de arte dramático, al que denomina «el tipo», y que emplea continuamente el sistema Stanislavski en sus clases de teatro, y apela a la vida de diferentes papas y sus encíclicas para hablar de la historia de la Humanidad y de las religiones, con ejemplos que la protagonista no siempre considera adecuados o compartibles.

Se podría decir que ‘Lo de dentro fuera’ es una historia de búsqueda constante del yo interior de la joven protagonista y del yo disfrazado que la actriz representa ante el mundo, si bien muchas veces no sabe cuándo es ella misma o cuándo representa un papel, tales son sus inseguridades y sus dudas, que desde la niñez la empujaron al vómito en momentos dificultosos, y la hacen convivir con obsesiones recurrentes, como la que siente por los pelos que en la pubertad empiezan a surgir en determinadas zonas de su cuerpo o la sangre, ya sea de una herida o de la propia menstruación, que experimenta más tarde que sus amigas, como si en muchas facetas, y a pesar de su entusiasmo empírico, fuera por detrás de las demás niñas o chicas de su edad.

Está uno tan enfrascado en lo interno y en lo externo, en lo abisal y en lo superficial, flipando tanto, que el final llega sin esperarlo, como el estacazo que se da contra una farola un forofo despistado, por ir mirando en el móvil los resultados de los partidos de fútbol dominicales. Y es entonces cuando uno repara perplejo en que la novela, tan convincente en todas sus expresiones y escenas, no es autobiográfica. Es entonces cuando uno recuerda que no la ha escrito una muchacha veinteañera, sino un hombre cincuentón. Y uno solo puede elogiar el talento de Mariano Peyrou, su capacidad de percepción, su habilidad para profundizar en las personalidades de los seres humanos, su sensibilidad y, por encima de todo, su genialidad para escribir una novela que, nada más rubricar esta reseña, voy a empezar a leer de nuevo.

José Ignacio García es escritor, crítico literario y coordinador del proyecto cultural ‘Contamos la Navidad’.
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