¿De qué mundo son?

05/04/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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Pude, hace bastantes años, entrar al interior del convento de clausura de Gradefes ¿qué no lograría doña Concha en estos lugares?

Al margen de en qué creas y hasta cómo lo creas, te impresionan aquellas menos de diez habitantes de un lugar mágico, para visitar, pues no sé cuánto tiempo aguantaríamos esa vida.

Te impresionan aquella decena de habitantes, ni llegaba a diez, que ya llaman a sus habitaciones celdas, pero lo dicen con un sentido y sentimiento que para nada te suena a sinónimo de cárcel. Están a lo suyo. A sus rezos. Ajenas al mundo, ajenas incluso a quién era el presidente del Gobierno, «algo nos habían dicho pero no me fijé mucho».

Tal vez tenga mucho que ver con su forma de vida que en un lugar donde el arte revienta las paredes ellas profesen especial fe a la talla más pobre y descuidada, su Virgen de las Aguas, a la que por su nombre se atribuye la leyenda de que llegó al monasterio por una presa de riego. Si no es así... debería serlo.

Desde entonces, cada vez que me cruzo con un grupo de monjas me siento incapaz de apartar la mirada, camino a su lado, escucho, cuando hablan, que es pocas veces. Y sus conversaciones, sinceramente, no son de este mundo.

Cómo no preguntarte, ¿de qué mundo son?
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