De palabra herida a poesía sanadora

Marina Díez siente la poesía como la expresión del grito interno que se produce en los distintos momentos de la existencia, para convertirla en forma de vida

Mercedes G. Rojo
02/10/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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"He aprendido a dormir con la luz encendida/para al menor ruido, abrir los ojos / y aferrarme a este mundo/ en el que intento vivir alejándome de ti..." (De ‘Existiendo’. Despierta, 2017. Marina Díez).

Volvemos hoy a los caminos literarios de estas tierras nuestras y lo hacemos de la mano de una joven poeta de escritura inquieta e inquietos intereses. Hablamos de Marina Díez (León 1985). Tiene aún treinta y tres años, tres libros propios de poemas ya editados y una inmensa inquietud por el mundo poético que la lleva a escribir continuamente, mientras prepara la oposiciones como maestra de Educación Especial – su otra pasión-, explorando nuevas propuestas poéticas y participando en numerosos eventos literarios, uno de ellos, por ejemplo, la última edición del clásico de las fiestas leonesas de San Juan, ‘Poemas en el claustro’. A pesar de todo reconoce que no se la conoce (como a tantos otros, dice) tanto como le gustaría y ríe diciendo que en este León nuestro, en el que ha nacido, crecido y estudiado y donde vive y trabaja se la conoce mucho menos que en determinados círculos madrileños, donde parece moverse como pez en el agua.

De los caminos de la literatura por los que le gusta transitar nos cuenta sentirse especialmente más cómoda en el poético, en el que fundamentalmente se haya centrada. Y es que siente la poesía (a la que tiene como compañera de viaje desde niña) como la expresión del grito interno que se produce en los distintos momentos de la existencia, para convertirla en forma de vida y expresión sin la cual se siente incapaz de vivir. Tal vez por ello su poesía es una poesía profunda y sencilla al mismo tiempo, con la que se expresa, con la que reflexiona para hacer reflexionar también al lector, a veces – como en su último poemario, ‘Despierta’, en el que da voz a las mujeres que sufren violencia de género- en un intento de removerle por dentro, de sacudirle, de hacerle «despertar», ante los envites de la vida. Una poesía que nos habla del amor (hacia todo y hacia todos), del desamor y también de las pequeñas cosas de la vida y que nos va regalando en versos en los que procura dotar a las palabras con que se expresa de cuerpo y de alma. Mujer intensa y soñadora, que vive pasionalmente todo lo que la rodea, siente que la poesía la ayuda a caminar por la vida, a expresarse y a ordenar todo lo que pasa por su mente, a mantenerse en un equilibrio de pasiones que tal vez de otro modo le sería difícil de alcanzar.

Y quizá por lo mucho que a ella le ha aportado la poesía, por lo mucho que le aporta aún en el día a día, le gustaría que hubiera muchos más jóvenes que se acercasen a ella, para leerla, para escribirla, para refugiarse en la misma como en una especie de terapia propia que les permita ordenar sus ideas, descubrir lo que es importante y lo que no, encontrar una vía de escape a través de la cual plasmar lo que sienten y de hacérselo sentir a los demás, frente a las grandes cosas o frente a los detalles más pequeños. Y tal vez respondiendo a esa idea sea que por tercer año consecutivo, aparte de los distintos proyectos propios que ha llevado y está llevando a cabo, participa en muchos de los proyectos que se desarrollan desde el colectivo #Plataforma, un colectivo joven que surgió con ganas de proponer proyectos hechos por jóvenes, que atrajesen a otros jóvenes y por supuesto al resto del público que permanece abierto a nuevas y diferentes propuestas; proyectos como el ‘Cezine’, fanzine en el que recogen textos, entrevistas e ilustraciones, las ‘Tapas literarias’ o ‘El talento de los demás’, además de sesiones de MAL (Micro Abierto Literario), moches temáticas, presentaciones de libros y otros…, en muchos de los cuales Marina interviene de una u otra forma, animando siempre las reuniones con una permanente sonrisa que, podríamos decir sin miedo a equivocarnos, es una de sus mayores señas de identidad.

Marina Díez, que navega también por el mundo de lo virtual e incluso lo ha hecho por las ondas radiofónicas con programa propio, convierte en sus poemarios, esa «palabra herida» por la vida en «palabra sanadora» que nos permite seguir adelante. Pero no solo eso, también le gusta jugar con la forma de presentarla, por eso a menudo utiliza las redes, la imagen, lo audiovisual, formatos diferentes para acercarla a ese potencial lector o quizá espectador que ha de recibirla. Y por eso continuamente sigue buscando, fiel a una máxima que siempre tiene muy presente y que hasta ahora parece que le está dando resultados. Y es que «los sueños son posibles cuando se cree en ellos».
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