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De ovejas y de arte

25/06/2021
 Actualizado a 25/06/2021
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Aquí está el arte. Y allí la vida. La naturaleza. La tierra. Y más lejos, detrás de todo, los seres humanos; una joven, un niño, el anciano que mira al cielo, la niña con los ojos pintados, la mujer sola.

Aquí está el arte y allí lo demás. Aquí está el arte. Y lo demás, lejos.

Pero no: aquí está el arte y el arte también es lo demás. El arte es todo.

Siempre me he preguntado dónde está el arte y dónde la barrera que lo separa de la vida. Y ahora que trabajo con arte, en torno al arte, pienso que solo hay dos niveles en el arte: el que nos toca el alma y el que no. Y creo que el arte puede servir, no sé si para cambiar el mundo, pero al menos para despertarlo. Me refiero a proyectos como el de ese valle vasco donde se hila la lana con arte. Mutur Beltz se llama. Ahora os lo explico: tomemos un valle de verdes laderas. Tomemos una raza de ovejas que dan lana negra y están en peligro de extinción. Tomemos un oficio, el de pastor, también en peligro de extinción. ¿Hablamos de Babia o Laciana? ¿De nuestras escasas merinas negras? No. El arranque de este cuento podría suceder en Babia o Laciana, pero no, sucede en Carranza, en Vizcaya (aunque podríamos replicarlo).

Ahora os lo explico: la lana negra no se puede teñir. Si ya es difícil vender lana blanca, imaginaos la negra. Así que una raza de ovejas que la producen, la carranzana, estaba a punto de desaparecer. Hasta que un grupo de visionarios montó este proyecto en 2015. Ahora hilan su lana, la comercializan, tejen con ella, venden la carne de los corderos, tienen un restaurante y organizan residencias artísticas para que los artistas convivan con los catorce pastores. De ahí han salido varios trabajos artísticos fascinantes. Me habló de ello Asunción Molinos Gordo. Una artista muy interesada en mezclar arte y vida rural, que ha rodado con un pastor –esta vez segoviano– un vídeo intensamente poético titulado ‘Barruntaremos’ sobre el saber ancestral de la predicción meteorológica a través de las cabañuelas (se puede ver en la plataforma ‘stage.tba21.org’ de la fundación TBA21).

Así que aquí, a este lado, está el arte y también la vida y la tierra y los seres humanos. El arte contemporáneo se mancha las manos de barro. El arte contemporáneo deja de ser urbano, se hace rural, se hace natural. Y las fronteras entre arte y vida se emborronan, se desmoronan.
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