De obrero rústico a cantinero mayor y "alma" del jazz

Fallece Germán Pérez. En las reseñas de su muerte se repite su apuesta por la música en directo desde dos salas legendarias: Clamores y Galileo Galilei; en la primera ofreció durante 30 años música de jazz en directo 364 días al año. Pero este leonés de Alija fue mucho más, el mayor de 10 hermanos y trabajador desde niño

Fulgencio Fernández
02/02/2021
 Actualizado a 02/02/2021
El leonés Germán Pérez. | ABC.ES
El leonés Germán Pérez. | ABC.ES
Falleció el leonés Germán Pérez y la prensa madrileña y, sobre todo, las revistas de música se ha volcado en reconocer la ingente obra de quien es, seguramente, el más grande de la programación de la música en directo (especialmente de jazz) en Madrid en las últimas cuatro décadas, desde los escenarios de dos salas que son leyenda en este campo: Clamores y Galileo Galilei. Baste decir que en la primera de ellas ofreció durante treinta años conciertos en directo 364 días al año, sólo descansaba en Nochebuena. Baste decir que programó conciertos de Pedro Iturralde, Lou Bennett, Jorge Pardo, Chano Domínguez, Carles Benavent, Iñaki Salvador, Francis Roper; greabaron allí discos en directo Pedro Iturralde, Nacho Mastretta, Bob Sands, Chano Lobato, Jerry González, Red House... También pasaron por allí numerosos artistas cubanos —la Vieja Trova Santiaguera, Compay Segundo, Manolito y su Trabuco—, flamencos —Chano Lobato, Carmen Linares, José Menese, Miguel Poveda...— o poperos como Antonio Vega, Carlos Chaouen, Elliott Murphy y un larguísimo etcétera. «Era 1981, éramos varioos socios  hosteleros en el barrio de Argüelles y como amante del jazz les propuse los coinciertos en directo y a dos les pareció bien pues en Madrid sólo había directos en el Whisky Jazz... y me puse a ello». Y fue una leyenda.

Pero, además de la música, este leonés de Alija del Infantado te contaba una vida de leyenda, acorde a la leyenda de su pueblo de tierra adentro... «y famoso por sus marineros, hasta el punto de que en su plaza hay una enorme ancla en homenaje a ellos». No fue Germán marinero pero sí surcó casi todos los mares, sin olvidar nunca su origen y por ello presumía de que cuando llegó a Madrid  le gustaba que le llamaran «trabajador rústico» pero que, añadía, «había aprendido modales para trabajar en el Ritz», donde realmente trabajó este trotamundos.

Era Germán el mayor de diez hermanos en la casa de Alija, lo que le obligó a arrimar el hombro desde muy niño. «Hacía falta, imagina 10 hermanos, y con 12 años ya estaba trabajando en el campo, pero no como esos niños que van a medio camino entre el trabajo y el juego; yo trabajaba duro, en serio, hacía falta en casa».

Estuvo en el pueblo hasta que fue a la mili y un amigo que conoció allí cambió su vida. «Era un chaval gallego, de Santiago, que su padre tenía un restaurante... entre en la hostelería y ahí empezó una nueva vida para mí».

Una nueva, y ajetreada, etapa. «Diré ‘las etapas’ porque si te cuento todo escribes un libro: De Santiago a Madrid y después París, Londres, Estados Unidos y nuevamente Madrid». En Estados Unidos acudió a los templos del jazz y ahí nació el gusanillo que después llevo a Clamores y Galileo.

Una anécdota que muchas veces repetía habla de la personalidad de este singular paisano. «Una cosa es el trabajo y otra la vida;yo andaba revuelto por Madrid con gente de izquierdas, de aquellos rojos de verdad, pero iba a trabajar al Ritz y ni se notaba y si me salía un ‘extra’ para servir banquetes en el Pardo, pues iba; y si allí surgía la posibilidad de ir de guía para Franco en sus cacerías en Ciudad Real... pues iba. Era trabajo, pues seguía siendo yo».

Menudo personaje fue este leonés nombrado ‘Cantinero mayor del jazz’.
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