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De nuevo se retratan

02/03/2022
 Actualizado a 02/03/2022
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Pasadas las doce y media del mediodía de ayer, Pablo Casado decía adiós, se despedía de manera oficial como presidente del Partido Popular, con un discurso muy matizado pero a la vez muy previsible. En estos casos, y salvo excepciones, siempre se acaba diciendo lo mismo y con el mismo tono. Tampoco se esperaba una salida del tiesto porque Casado, sin duda, también es una persona respetuosa y calmada. Con los pies en los estribos. Y para la única vez –excepción hecha de su enfrentamiento con Abascal, cuando la moción de censura contra Sánchez– que no lo fue delante de unos micrófonos –su ya famosa entrevista con Carlos Herrera– la pifió. En términos más coloquiales, una cagada que le ha costado la presidencia de la organización, aunque, a fuer de sinceros, con el ya exsecretario general a su lado, solo quedaba que publicar la sentencia. El fallo se adelantó unas semanas, esa es la verdad.

Ahora bien, la menesterosidad de todo ese ejército de paniaguados que escuchaban el discurso de Casado en la sede de Génova, es para nota. Los propios verdugos que le habían cortado la cabeza de un hachazo, se ponían en pie al término de la comparecencia de despedida, y, dando palmas, enloquecían como si asistiesen a un espectáculo de circo romano. Como si las fieras hubieran dado buena cuenta del indefenso cristiano. Y, oiga, le dedicaban una ovación de puerta grande cual si no hubiera un mañana. Hay que ser retorcidos para admitir en público tamaña falsedad –la intervención del exlíder fue televisada en directo– cuando las reglas más elementales y por aquello de la corrección entre las personas, aconsejaba un aplauso mucho menos escandaloso y mucho más humano. Más cálido.

El Partido Popular, así, se retrata de nuevo y avanza por el camino equivocado. Qué pensará la gente de esa tribu de políticos y politiquillos de tercera división, cuando vean en sus pantallas, en diferido, lo falsario de su comportamiento frente al caído sin remedio. Si a estas alturas el PP ya había pegado un bajón de misa cantada en las encuestas, como producto de toda esa parafernalia que se montó para derrocar a Casado –las salidas de tono y las traiciones miserables voceadas–, a partir de hoy es muy probable que incluso bajen más. Y, después, lo achacarán a Vox, que les está dando sopas con onda en el tratamiento de su propia crisis.

La falta de crédito de lo que va quedando en el Partido Popular es palpable. ¿Quién demonios va a creer en unos políticos mediocres, a quienes el pudor les viene grande y, además, se la fuma? Hay veces que eso de a rey muerto, rey puesto funciona. Y otras, no. En cualquier caso, los pelotas y aduladores ya se alinean en torno a Feijóo. Saben que va a ser el nuevo repartidor del pan y la leche. Y no se despistan.
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