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De nación en nación

05/06/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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'De umbral en umbral’ es título de un libro de Paul Celán que el cronista relee con placer. Su autor, apátrida a la fuerza, recluido en un campo de exterminio, no consigue aguantar la felicidad de vivir en París, en calma y rodeado de los suyos, y a los 50 años de edad decide unirse a la corriente del Sena. De nación en nación, algunos leoneses, rodando y rodando, hemos logrado llegar a la situación en la que creíamos que era posible cumplir con la vieja consigna, que ahora Enrique Vila-Matas, en su ‘Mac y su contratiempo’, define: «No me gusta ningún tipo de ostentación. En mí siempre ha habido una necesidad de pasar lo más inadvertido posible. Y de ahí mi tendencia, siempre que es posible, a ocultarme».

Sin embargo, la circunstancia de vivir en Cataluña, obliga a muchos leoneses a enfrentarse a la aceptación de una nueva nacionalidad, la catalana, que, según los libros de texto no poco manipulados por la Generalidad, sería como entrar al Paraíso que llaman la corona de Cataluña y Aragón, de mucha mayor enjundia que la Leonesa, la Castellana, y la Española. Ahora, quienes de Leoneses, y por arte de birlibirloque, pasaron a Castellanos y Leoneses, devendrán en Catalanes si todo acaba en paz y tirando a medio bien en este tira y afloja de los separatistas contra el Estado Español del que desea separarse la élite republicana.

Si uno fuera un poeta reconocido tendría la oportunidad de figurar en el cuadro de honor al lado de Maragall, Espríu, Carles Riba, Vinyoli, Margarit, Gimferrer, etc., cosa para nada baladí. Aunque del último ya renegó en su día el maestro y amigo, el ya desaparecido Agustín Delgado, con cuya ‘novísima’ poesía el grupo Claraboya era evidente que no comulgaba.

Pensándolo bien, y teniendo en cuenta el carácter huraño del cronista, al que se aludió al comienzo de esta reflexión, tal vez la única salida personal sea la deserción. Como escribe Luis Mateo en su ‘Vicisitudes’ (Capitulo 66): «Un prófugo tiene más posibilidades que un cautivo». Así que, cualquier día de estos tendrá que regresar a su tierra para bañarse dos veces en las aguas de su río, que es el Astura, que discurren a pocos metros de la puerta de su casa natal.

En la ley de desconexión de la nueva Cataluña, conocida ya, la nacionalidad es algo muy fácil de perder: «Por delitos contra el orden público…por delitos contra la paz…contra la independencia del estado…, o contra la comunidad internacional…» ¿Quién no comete, a esta edad, un delito contra la comunidad internacional? Pues eso: De nación en nación.
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