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De momento, las derechas

13/03/2022
 Actualizado a 13/03/2022
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Cuando el jueves, a mediodía, se acreditó oficialmente el acuerdo en Castilla y León entre el Partido Popular y VOX, a las izquierdas, políticas y mediáticas, solo les faltó decir, ¡anatema, anatema! ¡Qué escándalo! ¿Qué quería la desacreditada progresía, que Mañueco, de no haber firmado con García-Gallardo, pusiera, además, la cama? La intención era esa. Y la habría acabando poniendo, de haber atendido a los cantos de sirena que gorgoriteaba Luis Tudanca a última hora. Es para lo que está quedando el estratega este de pan y sardina. Para gorgoritear desde la oposición y coger pataletas en cadena, por sus acentuados fracasos.

Pues bien, una vez más, y van no sabe cuántas, que diría el amigo Gasparín, los socialistas se siguen creyendo con patente de corso para hacer y deshacer, poner en solfa las decisiones de los demás y creerse el ombligo de la política española. El derecho de pernada lo utilizan a demanda. Depende de cómo esté el mercado. Pactar con lo que se empeñan en llamar ultraderecha es antidemocrático y hasta franquista, su permanente comodín. Hacerlo con toda esa gentuza que los rodea y extorsiona a la carta en Madrid, no. Se les debería caer la careta de vergüenza, incluida su marmórea cara, para actuar y expresarse con ese desahogo tan farsante como menesteroso.

Y es que, según ellos y sus alocados análisis, en Castilla y León se concentran más de doscientos mil ‘fachas’ –la suma de los votos que cosechó VOX en las urnas autonómicas–, que no tienen derecho a la libre expresión y pensamiento. Que deben ser enjaulados y que son lo peor de lo peor. Solo haría falta que los fusilaran. Hacer juicios de valor, como es el caso, lo bordan. Pero se les está volviendo en contra. Por otra parte, VOX no engaña. Avanza en sus postulados y dice lo que piensa. Que el PSOE no puede decir lo mismo. Y ya se verá que da de sí la avenencia entre las partes. Por el momento, tanza al barbo.

De modo, que causa horror o risa, depende de las circunstancias, que hasta el mismo presidente del Gobierno, que debería estar más tapado que un banderillero malo, se permita la licencia de criticar la alianza de las derechas y ponerla a parir, sin atender a la pesada y consentida mochila que acabará llevándolo al precipicio. Él desgobierna con los comunistas. O su número dos, la omnipresente Adriana Lastra –otra que tal baila–, que se da el pico con quien sea para que su ‘amo’ no pierda pie en La Moncloa. Y, señoría, con estos bueyes están arando España –y nunca mejor dicho–, dejándola hecha unos zorros. Miseria e intranquilidad, aunque la culpa, como señaló Pedro Sánchez ‘el voluble’, la tenga Putin y sus locuras. Que hay que tenerlos cuadrados para soltar tal afirmación.
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