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De Madrid p’al mundo

26/11/2020
 Actualizado a 26/11/2020
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Cualquier español es de Madrid incluso antes de haberla pisado nunca. Los hispanoamericanos son madrileños sin haber paseado el gentío y los teatros de la Gran Vía. Hay trocitos de Madrid en La Habana. Madrid es tan de todos, tan acogedora y despiadada, que allí desembocan y rompen sueños en la playa sin mar pero con ríos de muchedumbre de la Puerta del Sol. Es la única patria común del emigrado, la ciudad del triunfo y el poder y el olvido. Madrid abraza hasta en la distancia y esa confianza acogedora de diversidad castiza provoca aquello tan español que llaman ingratitud. A veces sin darse cuenta o con la inquina del agravio perpetuo del centralismo, Madrid suplica el reconocimiento que merece su historia.

España es el tercer país con más bienes Patrimonio de la Humanidad y, sin embargo, Madrid es la única capital europea occidental que no está en la lista de lugares imprescindibles para entendernos. Lleva años trabajando en el proyecto ‘El Paseo del Prado y Buen Retiro. Un paisaje de las Artes y las Ciencias’ para que ese eje urbano que guarda algunos de los más grandes tesoros de la hispanidad culmine saldando más que una deuda pendiente, una injusticia histórica. Pero qué más da si Madrid lo tiene todo y lo da todo por más que la maltraten. El Paseo del Prado y el Buen Retiro es un pulmón natural y el alma cultural en mitad del asfalto. El lujo de pecar en ‘El Jardín de las Delicias’ o ser el voyeur de ‘Las Meninas’ tras huir asustado de ‘Los Caprichos’ de Goya que retratan las mismas sombras que ‘el Guernica’ de Picasso y los trazos de luz del Thyssen. El estanque de El Retiro y de los primeros besos navegables, el Palacio de Cristal como caleidoscopio y el Café Gijón para beberse a sorbos reposados el siglo XX. ‘De Madrid p’al mundo’ sería el himno en remix reguetonero trap de aquel ‘De Madrid al cielo’. Intenten explicarse sin Madrid. España es ese Madrid, ese mundo que añoramos sin siquiera conocerlo.
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