De Librán a San Pedro Mallo: Una ruta con mucho que ver

La visita a lugares interesantes que hay en el recorrido demora algo esta atractiva ruta

Vicente García
28/02/2020
 Actualizado a 28/02/2020
Mirando hacia Librán y Toreno. | VICENTE GARCÍA
Mirando hacia Librán y Toreno. | VICENTE GARCÍA
En las cuencas mineras que se extrajo carbón a lo largo del pasado siglo y que ahora están abandonadas quedan muchas heridas en el terreno que van a curarse con tiempo y dificultad. Sin embargo, desde siempre la zona ha tenido maravillas que se pueden visitar: lagos, cascadas y vestigios de tiempos remotos que abundan en estas zonas, como se ha visto en las pinturas rupestres de Peña Piñera en Sésamo que han visto la luz anteriormente en estas páginas.

La ruta es larga y las visitas a los lugares interesantes la retrasan algo, por ello hay que hacerla con tiempo e ir preparados por si cae la noche.

Cabe agradecer a Alberto Álvarez Ruiz que ha servido como guía con su libro de editorial la Calecha ‘El Bierzo 50 rutas a pie’, concretamente en la llamada de ‘Entrepeñas’, que es el desfiladero que vapor debajo de la última parte de la ruta, además de las numerosas aportaciones de otros caminantes y blogueros. Además hay que hacer mención a Juan Manuel y el grupo de cuevas rupestres de Librán que las han preparado para poder visitarlas un poco más cómodamente y las cuidan y defienden de posibles saqueadores o vándalos.

La ruta

La ruta se inicia en la hermosa localidad de Librán, concretamente al lado de la iglesia, donde existe un buen lugar para aparcar. Se sigue camino abajo  para más tarde ir hacia la derecha hasta la parte baja del pueblo y de allí a la izquierda por una estrecha carretera hasta llegar al puente sobre el río Primout. Un poco después se pasa al lado de un merendero y posteriormente una fuente desde donde se sigue por la derecha para ascender a continuación hacia una collada donde se pasa al otro valle siguiendo por el mismo camino hasta llegar a un soto de castaños llamado Campa de Mallo. Poco después, pasado un pequeño reguero antes de iniciarse una zona rocosa, se sale del camino y se sube monte arriba por una zona sin vegetación, para luego ir hacia la izquierda por debajo de las rocas subiendo una vez pasado un estrechamiento hasta una oquedad en la roca llamada la Cuevona. En unas lajas cercanas hay pinturas rupestres. Por el mismo camino de subida se desciende volviendo al camino hasta que se llega a un estanque entrando en un sendero para acercarse a la cascada del Cervezón, una bonita caída de agua de las varias que se pueden visitar en tierras bercianas.

Volviendo de nuevo por el mismo sendero se sale al camino que sube a San Pedro Mallo. Desde allí se va a la pequeña iglesia, girando hacia la derecha para  salir por una fuente-lavadero-estanque y pista asfaltada o con restos de asfalto durante un tramo, desde donde, a partir de un determinado momento se puede ver el roquedo y la cascada del Cervezón.Se continúa de frente en una bifurcación y poco después se encuentra un merendero y un refugio además de una fuente seca. Tras pasar el merendero se sigue en otra bifurcación hacia la izquierda para contemplar y disfrutar de la laguna de los Rozos, para continuar hacia el alto, siempre dejando de lado todos los caminos que salen a la izquierda. Cuando se piensa que se llega a una collada final, sigue subiendo hasta llegar a unas peñas solitarias sobre el pinar. Son las Peñas de Bustillo, la zona más elevada de la ruta.Desde ese punto se baja por un cortafuegos de fuerte pendiente que hay que subir al otro lado para llegar a la zona del alto de Bustillo y desde allí por el cortafuegos subir y bajar por la cresta del desfiladero de Entrepeñas. Por el camino, mirando hacia Librán y Toreno se ven formaciones rocosas singulares. Bajando por cortafuegos unas veces y por caminos otras se llega a la zona de los Finales, desde donde hay que tomar una senda hacia el cortafuegos entre los pinos y matorrales, llegando después a otro cortafuegos que se baja hacia la izquierda y en un punto se ven hitos que se siguen por un estrecho sendero muy empinado, pero con cables de acero anclados en el suelo, que sirven muy bien para marcar el camino y no perderse.

Bajando este sendero se llega al ‘Furacón de los mouros’, una oquedad con pinturas rupestres muy bien conservadas y protegidas por una red metálica, desde donde se pueden ver y hacer fotos procurando no sobrepasarlas.

Una vez contempladas las pinturas esquemáticas se sube por el mismo camino siguiendo las modestas barandillas de cable de acero que pueden servir muy bien para que no se pierdan los visitantes.

Llegando al final solamente hay que seguir el cortafuegos cuesta abajo, un cortafuegos largo y pindio que llega a la priemra collada inicial, y desde allí por el mismo camino se baja al río Primout y se sube de nuevo a Librán donde finaliza la ruta.
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