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De lentejas, alubias y garbanzos

10/01/2016
 Actualizado a 11/09/2019
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La semana pasada tuve la oportunidad de patear París veintitantos años después de mi primera y única visita a esta bella ciudad. Si a principios de los noventa era el padre ‘Chincheto’ quien guiaba de mala hostia a un grupo de bachilleres por la capital del Sena, con parada y misa obligatoria en el Sacre Coeur de Montmartre, ahora me ha bastado con activar la brújula de Google Maps para elegir cada uno de los rincones que he disfrutado con la mejor compañía posible al lado. De esos recientes paseos guardo uno en la memoria por lo revelador de la escena. En el cruce de la ‘rues’ 29 de Julio y Saint Honoré, la que pintó Pissarro por la tarde con efecto de lluvia y que luego tuvo que devolver a regañadientes Tita Thyssen, hay un callejón que lleva a un antiguo mercado. Si alguna vez van por esa zona verán a medio camino, en la acera derecha, cuatro toneles de madera presidiendo la entrada de ‘Le Rubis’, una pequeña casa de comidas con barra bien sobada (cosa rara en Francia), embutidos colgando de la pared y poco más de cinco mesas para veinte comensales bastante apretaditos (algo muy habitual en el país vecino). Allí apoyados, apurando la primera copa de Borgoña y todavía sorprendidos por la tapa de cortesía que acababan de ponernos, me fijé en una de las pizarras, que con tinta imborrable y tipografía más propia del Barrio Húmedo leonés anunciaba el plato principal según el día de la semana: "Vendredi, Jarret aux Lentilles". Mi reflexión, queridos lectores, y quizá les parezca un poco retorcida, es que, puestos a elegir, los franceses comen lentejas los viernes. Ni Tartiflette, ni Raclette, ni Andouillette, ni Ratatouille, lentejas al fin y al cabo. Debiéramos aprender un poco más de los galos que, a la hora de vender la despensa nacional, su territorio rural, lo hacen con el mismo mimo y tanta o más elegancia que si de un Hermès, un Chanel o un Louis Vuitton se tratase. Tenemos que comer los viernes más ‘Lenteja de Tierra de Campos’ (ya lo hacía el Quijote en el arranque de novela cervantina) y más ‘Alubia de La Bañeza’, los lunes, por ejemplo. Naciones Unidas ha proclamado 2016 como Año Internacional de las Legumbres y ahí la provincia de León dispone de una oportunidad enorme para mostrar al mundo una variedad de leguminosas de primer nivel, capaces de presentarse en París y triunfar como ya lo hizo, en aquellos maravillosos años noventa, el gran chef y cazurro ilustre, Carlos D. Cidón, cuando explicó en el Hotel Lutetia ubicado en el Boulevard Raspail que el ‘Garbanzo Pico Pardal’ va bien con el cocido maragato de los miércoles.
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