De las lentejas de Leather, a la nariz de Urko, el aire acondicionado quitado o el nuevo pabellón

Baloncesto León vivió un ‘playoff’ lleno de anécdotas que se cerró en un Palacio con un aforo muy superior al permitido en un día lleno de acontecimientos deportivos

Jesús Coca Aguilera
26/05/2022
 Actualizado a 26/05/2022
Las gradas del Palacio no tenían ni un solo hueco libre. | MAURICIO PEÑA
Las gradas del Palacio no tenían ni un solo hueco libre. | MAURICIO PEÑA
Aquel sábado 26 de mayo no pudieron pasar más cosas en León, con múltiples acontecimientos deportivos que cualquier otro día hubieran generado toda la atención de la provincia y que acabaron pasando a un segundo plano por el logro de Baloncesto León.

Porque el mismo día se confirmó el descenso de Segunda División de la Ponferradina y Cadenas dirigía por última vez al Ademar antes de irse al Barcelona, aunque como es sabido eso acabaría siendo un ‘hasta luego’.

Pero si León suspiraba por algo, era por ese quinto partido contra el Zaragoza. En las gradas no cabía ni un alfiler, con un aforo muy superior al permitido, gente en todas las escaleras y ni un hueco libre, hasta el punto de que menos mal que no sucedió ninguna desgracia porque lo de las medidas de seguridad pasó a un segundo plano.

El mismo día que ascendió Baloncesto León bajó la Ponferradina y se fue Cadenas del Ademar Se quedó mucha gente sin entrada, algo que lamentarían siempre, y pequeño el pabellón, que centro la rueda de prensa posterior pues Aranzana dijo que «León necesita uno nuevo» y el concejal de Deportes, Rodríguez de Francisco, que «lo necesita y lo haremos». Claro, que de eso hace 15 años y ahí sigue...

Aunque de anécdotas en el pabellón, pero del Zaragoza, venía la serie, con la plantilla leonesa motivándose aún más al ver al llegar al cuarto partido el bus de la celebración del rival preparado en la entrada, y con el técnico visitante Curro Segura llevando al extremo el buscar cada resquicio para ganar. De hecho el entrenador, que en el tercer partido intentó zancadillear en una contra a un Dumas que dijo tras el encuentro que «se le ha ido la cabeza», ordenó de cara al cuarto a los empleados del pabellón anular el sistema de aire acondicionado de la instalación, buscando cansar antes a un Baloncesto León que cargaba más de minutos a sus piezas clave.

León ganó aún más motivación al llegar al cuarto partido y ver en la entrada el bus de celebración del ascenso del Zaragoza No le sirvió y disfrutó del triunfo el equipo y los seguidores desplazados a Zaragoza, relegados al último anfiteatro y con el único marcador que desde ahí veían apagado, por lo que el chófer del equipo, Juan, se pasó el partido subiendo y bajando escaleras para informar de cómo iban exactamente.

Así llegó un quinto partido que nadie se quería perder, tampoco en la pista. De hecho a Urko Otegi, tras un codazo fortuito, le habían dejado desviado el tabique nasal, pero optó por el lema de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’. Rechazó hacerse más pruebas porque «me da igual que esté roto o no, voy a jugar el partido esté lo que esté».

Y lo hizo y con gran rendimiento, aunque no al nivel del de Terrence Leather, que fue decisivo. Lo pasó mal el americano, que durante el año perdió protagonismo hasta dejar de contar, pero con quien el vestuario hizo mucha terapia de grupo, hasta el punto de que se hinchó a ir a comer a casa de Bernabé, casi siempre a que le hiciera lentejas que le encantaban. Al final apareció en el mejor momento y, cuando le pidieron a Gustavo en rueda de prensa una explicación a por qué ese cambio, él respondió: «Es que le estaba reservando para el ‘playoff’». Genio y figura...
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