Secundino Llorente

De la chuleta al ‘ChatGPT’

25/05/2023
 Actualizado a 25/05/2023
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Últimos días de mayo, final de curso, exámenes, selectividad, nervios, más nervios: ¿Por qué no intentar copiar? Copiar es tan antiguo como la propia enseñanza. Dudo que alguien no haya copiado en toda su vida. Lo que han cambiado son los sistemas. A lo largo de los años, las estrategias para copiar han ido evolucionando y se han perfeccionado hasta límites insospechados. De ‘la chuleta’ hemos pasado a ingenios o artilugios complicados, refinados y sofisticados. He conocido a verdaderos artistas en la confección de chuletas. En forma de rollo o librillo, letra en miniatura casi imposible de descifrar. El propio cuerpo ‘tatuado en forma chuleta’: manos, antebrazos o muslos bajo la falda. Yo siempre he pensado que se dedicaba más tiempo a elaborar estas chuletas que lo que llevaría aprenderlo. Copiar es siempre un fraude, pero la injusticia es mayor cuando se compite por una plaza. Pensar que mintiendo se puede conseguir un puesto de trabajo o ganar dinero puede ser una equivocación y una mala costumbre. Pero siempre es una tentación mirar al examen del vecino o mirar los apuntes o dar ‘el cambiazo’ en un tema. «El que esté libre de pecado que tire la primera piedra». La obligación de los profesores deberá ser siempre esforzarse para evitar que sus alumnos copien. Lo intentamos, pero el profesor que presuma de que a él no le copia nadie es, simplemente, un ingenuo. En mi experiencia de los exámenes de selectividad he podido ver de todo. Al aparecer los móviles, se prohibía meterlos en el aula de examen. En mis últimos años como vigilante de esta prueba tan importante, porque copiar podía suponer quitar una plaza a un compañero que la merece más, llegó a estar prohibido entrar con reloj. Por sólo quince euros Amazon vende un auricular oculto para exámenes. Ya hemos tenido que quitar alguno de la oreja de los alumnos en plena faena. Cambiarán las formas, pero el copiar irá siempre unido al examen. Como todos los profesores, tengo la conciencia tranquila de haber intentado que mis alumnos no copiasen, pero no estoy seguro de haberlo logrado y me pregunto cuántos me habrán engañado. Las nuevas tecnologías tienen mucho peligro en este tema y han aparecido riesgos que antiguamente no existían y ni siquiera imaginábamos. En el último año ha aparecido ‘una bomba’, ‘ChatGPT’, que ha roto todas las barreras. Todo lo anterior será como un juego de niños comparado con este invento. El ‘ChatGPT’ fue lanzado de forma gratuita en noviembre del 22 por la empresa ‘OpenAI’ y es capaz de mantener una conversación inteligente, entiende y responde de una manera coherente y puede elaborar con éxito una tesis de fin de carrera. Los profesores ya están impresionados, horrorizados y preocupados porque no saben cómo van a evaluar a sus alumnos que, a su vez, están maravillados con un robot de Inteligencia Artificial (IA) que les resuelve todos los problemas y que les ahorra tiempo y esfuerzo. La llegada de esta Inteligencia Artificial ha revolucionado todos los sectores, incluido el académico. La aparición de ‘chatbots’ capaces de imitar el trabajo académico está obligando a las universidades a cambiar la forma de evaluar a los alumnos. Según informa ‘Financial Times’, la llegada de ‘ChatGPT’ está preocupando a las universidades por la posibilidad de que los alumnos lo utilicen para copiar en sus trabajos escritos. ‘ChatGPT’ es un sistema de chat capaz de responder a cualquier cosa que le pidas. Es un modelo con más de 175 millones de parámetros, y entrenado con grandes cantidades de texto para realizar tareas relacionadas con el lenguaje, desde la traducción hasta la generación de textos.

Queridos lectores, posiblemente están pensando que esto suena a ciencia ficción o a una ‘fake news’ más, pero esto es la realidad del momento, esto es, simplemente, cierto. El ‘ChatGPT’ hace los deberes en minutos y está corriendo como la pólvora entre los alumnos que ya ni siquiera se acuerdan de copiar. Si yo le pido ahora un texto de 500 palabras sobre la evolución de la educación en España desde los años 70, me lo ‘borda’ con elegante estilo en apenas unos minutos. Es una herramienta fácil, lo único que tienes que hacer es entrar a su web oficial, ‘https://chat.openai.com’. Un alumno de un centro privado de Madrid comenta: «Le puedes pedir de todo, un tema de mil palabras, que te resuma un libro, que te haga un trabajo de matemáticas. Es increíble, puede hacer cosas complejísimas. Lo usamos todos. Los profesores lo saben, pero no tienen claro cómo detectarlo porque es prácticamente imposible de rastrear». Daniel Arias Aranda, catedrático de Organización de Empresas en la Universidad de Granada, comenta: «Ya estamos viendo cómo muchos alumnos lo usan para la elaboración de trabajos desde hace un par de meses. Lo conocen cada vez mejor por la enorme difusión que ha tenido en las redes sociales». Es tal la explosión de este ‘ChatGPT’ que está en el punto de mira de los reguladores de la UE. La Agencia Española de Protección de Datos ha anunciado el 13 de abril el inicio de una investigación destinada a dilucidar si ‘OpenAI’ ha infringido la normativa europea de protección de datos. En el mundo de la enseñanza la pregunta clave es: ¿Cómo evaluar trabajos de alumnos que sabes de antemano que están hechos por IA? El propio ‘ChatGPT’ responde que la mejor manera es la vía oral. Que el estudiante presente el trabajo y le preguntes sobre ello. Según Daniel, la avalancha de ensayos elaborados por IA la van a ver ahora cuando se presenten los trabajos de fin de máster, de grado, las tesinas... El pánico se ha desatado a escala internacional. El Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York bloqueó el ‘ChatGPT’ de sus dispositivos escolares, porque no se limita a los deberes o ensayos universitarios, también puede ser empleado para copiar en un examen, ya que las respuestas son inmediatas y correctas. Vaya cambio hemos dado en sólo una generación: «De la chuleta al ‘ChatGPT’».
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