De la cabeza, no del tío Google

09/06/2020
 Actualizado a 09/06/2020
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El debate es muy viejo, pintarrajear las paredes o llenarlas de tópicos no es grafitti y, por tanto, tampoco es arte. No confudir.

Pero surgió un segundo dilema, ¿se puede indultar alguna de las frases que un día amanecen en una pared? ¿No se indultó al toro de Osborne cuando se obligó a que desaparecieran todos los carteles publicitarios colocados en las orillas de las carreteras? ¿Cuál es el criterio para indultar?

Parece que existe un primer requisito inevitable, que la frase haya salido del coco de alguno de esos filósofos anónimos y no sea una frase hecha de esa base de datos tremenda que es el tío Google; que no aparezca cuando le pones al buscador «frases para una persona especial que está lejos». Y el tío google te ofrece un abanico de frases tan amplio como carente de imaginación.

Nada que ver con quien un día escribió aquel sinónimo de la decepción: «Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo me encuentro francamente mal».

Irreverente, talvez, pero con casta, fue el que se atrevió a ir a la tapia del cementerio e increpar a los habitantes del Campo... santo: «Levantaros vagos, el campo para el que lo trabaja».

No animaba mucho a los nuevos universitarios la pintada que en verano creció en la fachada de la Facultad de Medicina de Oviedo: «Aquí no aprueba ni Dios... Jesucristo, un 4,5».Añade la antimilitarista «Prohibido fijar cuarteles» y la utópica «Erradikemos la Coca Cola»... Y a debatir.
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