De Izagre al almanaque de los santos

Esta monja y enfermera de Izagre fue beatificada este sábado por el Papa Francisco reconociendo una entrega a sus enfermos hasta el límite de quedarse con ellos sabiendo que corría peligro su vida. Y fue asesinada, el 23 de octubre de 1994

Fulgencio Fernández
09/12/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Contaba Toño Llamas en una serie de artículos sobre su paisano el Padre Isla que, convencido del error que iba a ser el reconocimiento a quien él creía que no lo merecía y dado que le esgrimían como argumento que «el Papa es infalible», llegó a escribir el de Vidanes: «Pues el Papa se equivoca».

No parece que haya que acudir a la autoridad del autor del «Fray Gerundio», más bien todo lo contrario, para entender que en la beatificación que este sábado se llevó a cabo de la leonesa Esther Paniagua «el Papa (Francisco)no se equivoca». Se celebra el acto central en Argel, se sumará la Catedral de León y su pueblo Izagre.

Es uno de esos casos que despierta admiración y reconocimiento más allá de que el Papa lo haga. Una de esas monjas leonesas por medio mundo, entregadas a las causas de los pobres y los enfermos, cuyo comportamiento es incluso difícil de entender sin estar en sus cabezas, en sus creencias... Habría que recordar que la mañana de su muerte el cónsul y el embajador deEspaña habían acudido al hospital Beni-Nen, en las afueras de Argel, donde la leonesa trabajaba en el departamento de medicina interna. La misión que llevaban era avisarlas del peligro cierto de una acción terrorista de los islamistas. Un peligro tan real que las dos autoridades abandonaron el lugar en un vehículo blindado y custodiados por los geos para regresar».

Pero Esther se había mostrado firme, su trabajo estaba en Bad el Oued. Cuando el cónsul volvió a verla ya había sido asesinada, sobre una mesa de mármol y Jiménez Ugarte comentó: «Creo que era muy consciente del riesgo que corría, me sorprendió la tranquilidad de su rostro, incluso diría que estaba muy bella».

Unos meses antes ya había sido avisada de que su lugar de trabajo era muy peligroso pero ella se negó a irse, tenía muy claro que debía estar allí, como tuvo muy claro que quería estudiar enfermería, en vez de magisterio como querían en su casa, porque le permitiría ayudar a más gente. Y lo hizo, aunque le costara la vida.

En aquel almanaque que había en su casa de Izagre, en el que su madre leía las vidas de los santos, traerá en 2019 a la beata Esther de Izagre.
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