de-Forestalia arrasa El Bierzo

El modelo industrial del grupo empresarial pone en peligro la biodiversidad y el futuro de la comarca

Emilio de la Calzada y Valentín Carrera
24/03/2022
 Actualizado a 24/03/2022
forestalia.jpg
forestalia.jpg
Vivimos tiempos complicados y difíciles de asimilar para quienes entendemos la vida estrechamente vinculada al sistema planetario que la sustenta. A la terrible y urgente crisis climática —íntimamente unida al agotamiento de recursos y al encarecimiento de las materias primas y la energía— se añadió la pandemia del covid-19. A todo ello se le ha sumado recientemente la invasión rusa de Ucrania y la irracional crisis humanitaria.

Mientras miles de ciudadanos anónimos intentamos entender y encajar todas estas calamidades en nuestras mentes, hay quienes, ante cualquiera de ellas, son capaces de encontrar la oportunidad de engrosar sus abultadas cuentas de resultados.

Veamos un ejemplo cercano: la central de combustión de biomasa ubicada en el polígono del Bayo en Cubillos del Sil, propiedad del grupo empresarial Forestalia, que se dedica a desmantelar centenares de hectáreas de bosques y arboledas para convertirlas en astillas que después serán quemadas.

Esta central de generación eléctrica —que la publicidad pagada nos vende como “verde”— necesita quemar más de 1.000 Tm de biomasa forestal al día [55 camiones diarios] para generar sus 49,9 MW de potencia eléctrica. A lo largo de un año, las 7.200 horas anuales de funcionamiento representan una producción de 360.000 MWh al año: una facturación brutal de varias decenas de millones de €/año, multiplicadas, para más inri, por el desatado y escandaloso precio actual del MWh.

Ese beneficio brutal pasa directamente a engrosar la cuenta de Forestalia, propiedad de los hermanos Samper y sus socios extranjeros, que literalmente se están haciendo de oro, mientras desvalijan lo más preciado de la comarca del Bierzo: la cubierta forestal, única garantía para un futuro habitable.

Decenas de hectáreas arboladas se transforman cada día —a un ritmo desolador— en superficies desnudas, expuestas a la acción directa del sol. Para comprobarlo no necesitamos adentrarnos por pistas forestales sino que basta, por poner un ejemplo, con hacer un recorrido por la carretera LE-4211, entre Arganza y Ocero. La sombra de la arboleda, que mantenía la frescura del suelo y lentamente filtraba y alimentaba las aguas subterráneas, desaparece convertida en una superficie semidesértica, evaporadora bajo los rayos del sol.

Esta actividad desertizadora que está realizando Forestalia de modo sistemático no se limita a eliminar la cubierta vegetal, sino que implica una importante compactación del suelo por acción de maquinaria pesada (camiones, procesadoras, cargadoras, etc.) utilizada para talar nuestros bosques y arboledas. Y, a renglón seguido, provocan una profunda herida en el suelo para plantar nuevos pimpollos arbóreos, lo que desestructura el suelo, acelera la pérdida de agua y nutrientes y produce la muerte de ese complejo biosistema edáfico que es el bosque.

Además, los pinares y algunas choperas talados para astillar y quemar, son replantados con eucaliptos —de crecimiento más rápido—, como corresponde al único propósito de Forestalia: obtener el máximo beneficio económico; sin importar el interés de comunidades vecinales y propietarios, o el bien superior de conservar nuestros valiosos y complejos biosistemas.

La amenaza del eucalipto


Para colmo, estas replantaciones se están haciendo con Eucalyptus nitens, especie declarada invasora [dictamen Comité Científico, artículo 7 del R.D. 139/2011, para el desarrollo del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y del Catálogo Español de Especies Amenazadas; ratificado por sentencia 300/2015 de la Audiencia Nacional. El Eucalyptus nitens ha sido vetado ya en Asturias o Galicia, mientras la Junta de Castilla y León lo consiente e incluso lo fomenta.

Dicho de otra manera, la degradación ambiental que está generando Forestalia, se está llevando a cabo sin ningún sistema de certificación que garantice la gestión sostenible de los recursos forestales.

Entretanto, algunos medios de comunicación, y alguna que otra ingeniera forestal —bien pagados y complacientes— se llenan la boca con alabanzas a una falsa “energía limpia” o “verde”, ocultando la realidad hacia la que se encamina El Bierzo: desertización y empobrecimiento (eso sí, llenando los bolsillos ajenos con ganancias millonarias).

Este inmenso disparate ecológico nace —además de por el más puro afán monetario— de considerar la "biomasa de origen forestal" —la madera, los árboles y arbustos, es decir, nada más y menos que ¡el bosque!— como un combustible barato.

Todo recurso natural es sostenible cuando la tasa de consumo no alcanza su tasa de reposición. Parece fácil de entender: si sacas más agua de la que mana, el pozo se seca; si cortas leña año tras año sin replantar, la chopera o el soto se agotan.

¿Qué ocurre con Forestalia? Al principio nos contaron la milonga de que su horno de combustión se iba a nutrir de la “limpieza de montes”; pero no hacen falta grandes estudios para saber que eso es totalmente inviable e insuficiente: los hornos de Cubillos exigen cantidades ingentes de astillas, toneladas que solo se obtienen de la tala a mata rasa de choperas y pinares. El monte berciano, arrasado. Arrasado y desertizado a velocidad de vértigo, en pocos años: 300.000 Tm/año de la corta de choperas, pinares y todo lo que sirva para quemar, es una tasa muy superior a la capacidad de regeneración de esa cubierta forestal; y es por tanto absolutamente insostenible, es decir, ni “limpio” ni “verde”, sino un combustible asesino.

¿Cuánto petróleo se gasta para talar el bosque?


Que alguna forma de energía se nos presente como más barata —siempre lo hacen sin contabilizar el coste ecológico— es solo un trampantojo de esta sociedad de consumo. Podemos volar a Mallorca por el mismo dinero que cuesta un menú del día, porque el coste real de ese vuelo lo paga el Planeta Tierra.

En el caso de la incineradora de Cubillos, Forestalia computa el poder calorífico de la biomasa forestal a la puerta de la caldera, pero ni se contabiliza ni se descuenta la energía invertida antes, durante el proceso de corta, transporte, astillado, ensilado, etc. ¿Cuánto petróleo ha gastado la maquinaria que tala el bosque? ¿Y cuánto han consumido las máquinas cargadoras y los camiones que la han transportado hasta Cubillos?

De nuevo, los anunciantes de crecepelo verde —regados por el dinero de Forestalia— hablan de abastecer la planta de Cubillos con materia prima de un radio de hasta 150 km. ¡Fantástico! Si se traza un círculo de 150 Km de radio, con el centro en el polígono del Bayo, llegarán troncos, astillas y camiones desde Ourense, Verín, Zamora, Benavente, Guardo, Cangas de Onís, Gijón, Vivero, Betanzos, Lugo… Es fácil entender que un primer disparate —la madera como combustible barato, falso— genera un disparate mayor: el ecocidio de una comarca.

La enorme superficie arbórea que cada día se tala en El Bierzo es parte de su sistema pulmonar y circulatorio. Esas arboledas desmanteladas dejan de fijar cantidades fabulosas de CO2 atmosférico —el mejor bálsamo frente a la crisis climática— y, al ser incineradas, se convierten en parte del problema. Cuanta más incineración, más calentamiento global y más estropicio climático. Y más dinero para la familia Samper.

Por último, tampoco es cierta la insidia esgrimida por Forestalia y el Consejero de Fomento de Castilla y León, Suárez-Quiñones, de que “la planta incineradora de biomasa reducirá el riesgo de incendios forestales en la comarca”. Al contrario, la utilización de eucaliptos como especie sustitutiva de pinos y chopos, y la inherente deshidratación del suelo, convertirán pronto El Bierzo en un polvorín.

Es posible —habrá que comprobarlo con datos reales— que la planta de combustión de biomasa de Cubillos llegue a dar empleo a unas 50 personas; y otros 200 empleos repartidos en media docena de subcontratas de trabajos forestales y de transporte. Esas migajas de empleo (el 0,4% de las ocupaciones bercianas) no justifican aniquilar futuro de toda la comarca convirtiendo sus pulmones arbóreos en humo.

La biodiversidad es fuente de bienestar


El camino va en dirección contraria a la de Forestalia: los bosques y arboledas son el mejor aliado para poder imaginar un Bierzo próspero y un futuro habitable. El bosque (sostenible) es y ha sido siempre fuente de riqueza. Los propietarios de los terrenos forestales deberían recibir una renta —a cuenta de las emisiones de carbono que soportan todas las actividades contaminantes— por mantener y conservar sus parcelas arboladas activas como sumideros de CO2.

Al revés de la enloquecida lógica taladora de Forestalia, lo que de verdad creará empleo forestal será tener más (y no menos) superficie arbolada; y mejor aún si en vez de madera rápida y barata, El Bierzo hace una apuesta decidida por maderas de calidad, incluida su completa transformación local, dejando aquí el valor añadido; además de todos los otros productos sostenibles (leñas, setas, piñas, corcho…).

Y por supuesto, esa otra riqueza que no figura en los balances de Forestalia: la biodiversidad; las arboledas como soporte de otras muchas comunidades edáficas, fúngicas, vegetales y animales, que atesoran una gran diversidad biológica.

Aunque una gestión ordenada y sostenible de nuestros bosques produciría sólidos beneficios económicos, la verdadera dimensión de estos biosistemas es la liberación de O2, la fijación de CO2, la participación activa en el ciclo del agua, la recarga de acuíferos, el mantenimiento del agua del suelo, el reciclado de nutrientes, la fijación y eliminación de metales pesados… ¡la vida!
Lo más leído