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De fardelinas y fardelas

21/05/2022
 Actualizado a 21/05/2022
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Con uno de sus cordones, la fardelina se ataba al tirante. En su interior, bien doblados, iban los billetes. La fardelina, una bolsa sencilla de tela, se metía por dentro de la copa del sujetador para que no se notara. «El dinero, en la teta es lo mejor», nos decía siempre mi abuela. Nunca me convenció el sistema y nunca usé la fardelina. De todas formas no tenía, ni tampoco ahora, ni muchos billetes ni un tamaño de copa que dé para demasiados alardes.

Lo de la fardelina pertenece a otros tiempos. Imagino muchos pechos de mujer acompañados por la fardelina, que daba la seguridad de que el dinero, del que había muy poco, estaba a buen resguardo, calentito y cerca del corazón.

Me acordé de la fardelina de mi abuela en una reciente presentación del libro ‘Ausencia, el cáncer y yo’, de la escritora berciana Carmen Rodríguez. Carmen contó que su madre, Ausencia, usaba la fardelina cuando salían a comprar por Madrid, en los difíciles años de mediados de los ochenta en los que vivieron en pensiones mientras en el hospital Ramón y Cajal trataban a la Carmen niña de un linfoma no Hodgkin.

Con la fardelina encima, que tanto avergonzaba a su hija en el momento de pagar, la madre tenía una forma de conseguir no vaciarla demasiado pronto. Fuera a donde fuera, nada más saber el precio de cualquier cosa, siempre preguntaba: «¿Y no me hacen ningún descuento?». Muchas veces lo lograba.

En esas pensiones madrileñas vivía mucha gente que salía adelante como podía. Gente que empujaba cada día su pobreza, como si fuera una piedra rodante que, de ir en dirección contraria, terminaría aplastándolos.

No sé cuántos billetes dobladitos quedan en la fardela de Juan Carlos de Borbón. Me imagino que bastantes, que además se van a quedar donde están y todo gracias a la magia potagia de la inviolabilidad. Sean los que sean, y viendo el recibimiento que le esperaba en el Club Náutico de Sanxenxo, no puedo evitar recordar esa viñeta de Castelao en la que dos campesinos dialogan así:

-¿E logo?
- Xa ves, mexan por min e teño que decir que chove.
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