De dos autobuses llenos a un minibús para transporte escolar en El Bierzo

Alejandro Cerecedo, Elena Rodríguez y Mateo Ramón suman décadas, millones de kilómetros y cientos de anécdotas y recuerdos

D. Martínez
26/02/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Alejandro Cerecedo estuvo cerca de doce años realizando rutas con la empresa Aupsa de transporte escolar, de trabajadores de la mina, y varias líneas estables, entre ellas, las de Lillo-Fabero-Ponferrada entre los años 90 y la primera década de los 2000.

Historias del coche de línea tiene «a montones», dice, en unos años en los que recuerda «el bus de las 7:20 de la mañana bajaba lleno de estudiantes que iban a la Sindical (actual instituto Virgen de Encina) y de la gente que bajaba a hacerse análisis». Luego volvía el autobús otra vez lleno a las 14:30. Los miércoles y sábados, días de mercado en Ponferrada «había que pedir otro autobús de refuerzo, porque en Vega o en Ocero el autobús ya se llenaba».

Los viajeros de la línea mermaban al mismo ritmo que los viajeros del transporte escolar. Durante muchos años había dos autobuses grandes llenos para llevar a los chavales de la ruta de Sorbeda, Argayo, Lillo… hasta el instituto de Fabero y otros dos desde Vega. «Ahora les sobra sitio en un minibús».

Recuerda con mucho cariño muchas anécdotas suyas y de varios de sus compañeros, entre otros, especialmente a su amigo Silvino, un histórico del coche de línea, con quien compartió ruta muchos años, conocido y querido por todos los viajeros y vecinos de los pueblos de la línea, que falleció el pasado año.

«Una vez una señora algo meticulosa o desconfiada, se bajaba en cada parada a revisar si estaba su maleta y a volver a colocarla a su gusto en el maletero, y en una de estas tanto se metió dentro que el conductor no la vio, cerró el portón y la mujer fue dentro hasta la siguiente parada» y «encontrarse al final de la ruta un viajero dormido que se había saltado su parada, tampoco era extraño de vez en cuando».

Otro de sus compañeros, Mateo Ramón, se pasó más de 20 años conduciendo también en esta ruta y en la que varias veces a la semana se prolongaba desde hasta  Guímara, cruzando el valle de Fornela. Calcula que habrá hecho «pues seguro que más de tres millones de kilómetros» y entre todas las anécdotas, se acuerda especialmente de «las calamidades de la nieve, cuando a veces ibas a poner a colocar el gato para poner las cadenas y te marchaba resbalando el gato, las cadenas y todo. Y había veces que ni con cadenas ni sin cadenas te movías de allí».

Ahora, Elena Rodríguez es una de las conductoras que realiza esta ruta de Fabero a Ponferrada. Lleva casi once años haciéndolo y reconoce que al principio había viajeros «un poco sorprendidos» al ver a una chica al volante, pero ahora son un buen grupo de mujeres conductoras en la empresa Aupsa «donde estoy muy contenta y hay un equipo estupendo». «En mi ruta van muchos viajeros fijos, trabajadores, estudiantes que bajan a Ponferrada, a algunos los he visto casi todos los días desde que empezaron hasta que acabaron los estudios. Sabes cuándo tienen un examen, te cuentan qué tal les ha salido...al final los viajeros son como una pequeña familia a los que les tienes cariño».
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