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De ciudades, coches y otros artilugios

23/11/2018
 Actualizado a 08/09/2019
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Los aficionados a la zarzuela recordarán, cómo no, la que es sin duda una de las mejores y más celebradas: ‘La Verbena de la Paloma’.

Y de ella el primer cuadro del primer acto en que el más famoso boticario de todos los tiempos, Don Hilarión, en compañía de sus amigos, y antes de irse de verbena, canta aquello de «hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad».

Y aunque se referían a remedios farmacéuticos de ‘alta gama’, tales como el agua de Loeches, era y es una gran verdad, porque cada dos por tres tenemos algo nuevo a nuestra disposición.

Hoy, ahora, las nuevas baterías eléctricas de alta capacidad nos han revolucionado el andar por las ciudades.

¿Y cómo las adaptamos a todo esto?

Una buena pregunta, porque, si hay algo evidente, es que la ciudad como conjunto de edificios, viales y servicios es tan sumamente rígida, que soporta muy mal la implantación de todos estos nuevos elementos de transporte, de manera que no se sabe cómo se van a adaptar a todo ello, por más que, de momento, se esté aplicando una cirugía que más tiene de improvisación que de verdadero estudio del problema.

Por ejemplo todos esos artilugios para desplazamiento veloz e individual que se han unido a la bicicleta y que, además, junto con ella, se han adueñado de lo siempre fue el dominio del peatón: las aceras.

Y no solamente eso, que también se nos ha venido encima el coche eléctrico.

Y así sucede que unos, los más pequeños, simplemente invaden sin orden el normal funcionamiento de los espacios peatonales, y otros, los más grandes, nos los meten, nos los quieren meter, a martillazos.

Como consecuencia, ahora, además de las bicis, tenemos ciclos, triciclos, patines, patinetes y una variada gama de artilugios circulando por donde circulan los viandantes, gambeteando entre ellos e incluso adueñándose de los pasos de cebra, haciendo parar a los coches sin tener la más mínima conciencia de que no son peatones, para los que se hicieron esos pasos reservados, sino vehículos transitando por ellos sin ningún derecho, incluso increpando a los conductores porque «el paso de peatones está abierto». Y encima, se quejan. ¡Qué desfachatez!

Y no importa que haya una normativa que regule el uso de esos inventos, entre otras cosas porque no se pone en vigor, al menos de forma real. ¿Alguien va a poner su control en marcha?

Y luego están los más grandes aparatos, los coches.

Hay que ser ecológico. De acuerdo. Pero también hay que ser lógico y racional.

En Madrid van a restringir la circulación por el centro (un enorme centro, por cierto), sobre todo y principalmente por la polución que se genera en la zona.

Curiosamente esa polución ocurre en los meses de invierno cuando hay un largo anticiclón, por tanto no llueve, circulan muchos coches y no hay viento. Pero es que en junio y julio hay los mismos coches, los mismos anticiclones, las mismas faltas de viento y las mismas faltas de lluvias. Pero no hay polución. ¿No será que, sin negar que los coches quemen combustible, las calefacciones de los edificios queman aún más? ¿No será que los edificios del centro de las ciudades, edificios mayoritariamente antiguos, tienen unos sistemas de calefacción que, vaya si generan contaminación? ¿No será que se ha iniciado una campaña de sacar pecho por la ecología mientras cerramos los ojos, o al menos uno de ellos, a la realidad?

Item más. Se va a prohibir la venta de coches de explosión dentro de veinte años o así. Bien. Pero, ¿para esas fechas está garantizada la existencia de coches que tengan, al menos en precio y capacidad de recorrido sin recarga, unas prestaciones similares a los coches actuales? Porque el anuncio está hecho, pero aún no hemos oído nada en ese sentido a ningún fabricante, inventor o investigador.

Y sí, claro, quitaremos los motores de explosión, y los sustituiremos por electricidad. ¿Y esa electricidad, a mayores de la actual, de donde va a salir? Porque si eliminamos las nucleares y las térmicas como parece que va a ser, dependeremos del sol y del viento. ¿Y cuando sea de noche y no haya viento? Pues no se sabe, porque la hidroeléctrica es insuficiente.

También me gustaría saber qué se va a hacer con las baterías desechadas, muchas y grandes lógicamente, altamente contaminantes. Porque se supone que todo esto va en bien de la ecología.

¿Puede alguien contestar a todo esto?

O simplemente es que: ¡Viva Cartagena!

Y el sector del automóvil, el 10% del PIB de España, en el alero.
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