Imagen Juan María García Campal

De charlatanes. De mi charlatán

24/05/2023
 Actualizado a 24/05/2023
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Aun no sea mi intención primera, muy posiblemente, a la breve lectura del título, a usted se le hayan figurado en la mente dos cosas: una, ya está aquí el Campal otra vez dando la matraca con su política (recuerde: apartidista que no apolítica) y otra, y según su personal criterio el rostro o jeta (ésta en sus acepciones de «cara humana» y/o «desfachatez») de algún candidato o líder de vario género (éste en sus tres primeras acepciones) a las elecciones del próximo domingo. Cosas naturales ambas, sobre todo la segunda, visto lo oído y leído, al menos, a los charlatanes de la siempre recta e inocente trinidad –una de cuyas personas (jurídicas) me da que, en estas, muda a espíritu– del estamento político. Y uso ‘estamento’ porque, si uso ‘clase’, ya saben, se me enciende la memoria y me emociona la urna.

Por si aún fuera caso, aclaro que con ‘charlatán’ no me refiero en absoluto a las «persona(s) que se dedica(n) a la venta ambulante y anuncia(n) a voces su mercancía» ya que no sólo son comercio en que me avituallo y equipo, sino de cuyos voceríos, algarabías, profesionalidad y alegría, aún las incómodas condiciones de su mercadeo, suelo disfrutar.

Con lo anterior, consto que no siempre hago de ‘charlatán’ coloquial sinónimo de ‘político’ pues, por suerte, he conocido y conozco a más de uno y ciento de diversa adscripción que se ajustaron y ajustan, honestamente, sólo a «intervenir en las cosas del gobierno y negocios del Estado», dejando dicha actividad o estando aún en ella igual de ricos o pobres que cuando entraron y no enriquecidos como aseguran, entre otros, los que se dicen apolíticos. Mas insisto, no se puede ser apolítico, ya que, aun enajenándose de la política, ella no los olvida mientras usan calles, transporte público, sanidad y educación públicas, tienen agua en casa o... Política es también la «actividad del ciudadano cuando interviene (¡ahora que se puede!) en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo», hasta cuando se dicen apolíticos.

¿Qué si digo o no mi charlatán? Pues claro que sí. Es ‘El charlatán’, una novela obra de un joven escritor mexicano, Pedro Camacho Soberón, que acaba de quedar finalista en el II Premio Akrón de novela negra y es mucho más que una novela pues atesora no sólo más de una en ella, sino una biblioteca. Yo que usted no me la perdería.

¡Ah!, ¿que usted pensaba que iba a decir mi voto? ¿Cómo así?, si hasta mi voto es secreto por sospechado que sea. ¡Ande, vote bien y bien mire a quién!

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!


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