Imagen Juan María García Campal

De caraduras y cataduras

20/04/2022
 Actualizado a 20/04/2022
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Superada la personal pasión, en el sentido de acción de padecer –nada grave, no cunda el pánico ni el alborozo–, escribo con ánimo recuperador, pues, por fortuna, aún me quedan y atesoro otras pasiones de las que María Moliner definió como «hiperbólicamente, cariño exagerado por alguien o afición desmesurada por algo». Y ello aun cuando las circunstancias reinantes estimo no son como para inyectarnos moral a la ciudadanía patria.

Si la pasada semana cruces religiosas procesionaron por doquier, no faltó tampoco la histórica cruz de la arraigada picaresca que tanto daño ha producido y produce, bajo varia acepción, a los caudales públicos y privados.

Y así, hemos podido ver cómo a innobles mamones, es decir, «personas aprovechadas, indeseables, estúpidas o informales» se les ha quitado el capillo y se les ha podido ver no ya su afamada caradura sino su verdadera catadura.

Cuando recuerdo el viejo dicho de que «nobleza obliga» y leo de Luis de Medina y Abascal, he de reconvertir el enfado en risa y pensar que menos mal, que, si no, quizá de bandolero veríamos a tan fina gentuza.

Cuando leo el término ‘empresario’ junto al nombre de otro de ellos, Alberto Luceño Cerón, y escucho el atronador silencio de los que por honrados empresarios se tienen, recuerdo el volteriano aviso de que «quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero».

Como cuando leo ‘comisionista’ y me llega el rechinar de dientes de más de un esforzado agente comercial. No pasa para mí de ser un simple especulador, pues no hace más que «efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los cambios» y a mayores y peores de las circunstancias sanitarias que atravesábamos.

Ya se pueden esforzar padres, maestros y profesores en sus buenas enseñanzas, porque, con estos ejemplares de rosa glamur, difícil está explicar qué cosa es la bonhomía y qué se ha de entender por una vida buena.

Y si no queríamos taza de calaña, taza y media nos llega de palabra y obra de otros dos linces del llamado ‘deporte rey’, Gerard Piqué y Luis Rubiales. Así se entienden las llamativas sedes de la Supercopa de España y olé y bote y caja. Al carajo el «Mens sana in corpore sano». ¿Acabaremos diciendo «mens sana in corpore sepulto»? Espero que no, espero que cada día más la buena ciudadanía, con prisa y sin pausa, centrifugue de todas las instituciones a todo personajillo con tales cataduras.

Así y todo, buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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