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De borracheras y apuestas

02/12/2019
 Actualizado a 02/12/2019
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Mientras estaba viendo un partido de fútbol y sin entender mucho del asunto técnico en cuestión –que, por otra parte, le confieso que tampoco me quita el sueño– pensaba que o cambian mucho las cosas o el equipo va a tener serios problemas no tardando. En ese momento me acordé de este espacio en blanco y me puse a pensar qué podría contarle para llenarlo y para que un lunes más me dé la razón, me la quite o le resulte completamente indiferente lo que yo piense sobre determinados temas.

Justo en ese momento llegó el primer gol de mi equipo, que fue mucho más que un simple gol por aquello de la necesidad de cambiar el rumbo para evitar males mayores en lo venidero. Mi equipo y el de los chavales de dieciocho recién cumplidos –como mucho y por ser tan prudente como políticamente correcto– que estaban a mi lado en el estadio, aunque no lo pareciera por las soflamas que lanzaron nada más saber que ‘los nuestros’ iban ganando el partido a pesar de que quedaba tiempo.

¿El motivo? Las apuestas. Ese vicio de hoy en día aparentemente insignificante que suponen el juego online y las casas de apuestas y que han encontrado una oposición política y popular más poderosa que el tabaco o el alcohol. Quizás porque en estos dos campos, sobre todo el segundo, el consumo está más que normalizado por no decir que las administraciones públicas hace tiempo que dan esta batalla por perdida.

Dicen las encuestas que el juego a través de internet y las apuestas son el producto que más adictos está generando en España, sobre todo de chavales por la facilidad que tienen de hacerlo desde el móvil, según leí hace una temporada en un reportaje donde varios colectivos exigían el cierre de los locales.
Y con el grupito de ayer y su cambio de carácter a medida que iba ganando el equipo que creían que una jornada más iba a ser goleado, y en consecuencia organizaron sus apuestas, me quedó completamente claro cuál es su verdadera preocupación cuando van a ver un partido. Y la de muchos padres también, que prefieren borrachera a juego porque creen que la salud del bolsillo es mucho más importante que la del cuerpo.
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