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De barullo en barullo

03/07/2022
 Actualizado a 03/07/2022
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La crisis del Partido Popular de León se viene enfriando desde Madrid. Nadie dice esta boca es mía. O, al menos, no trasciende. En Valladolid, como se esperaba, ya ha pasado al estado de congelación. Por el momento. Llega el verano y lo único que se pretende es que pase el chaparrón –en este caso es un diluvio– y aquí paz y después gloria. Pero no es así. Se presumen unas inundaciones espectaculares allá por el otoño. O quizás antes.

El alcalde de Villaquilambre no ceja en su empeño de aclarar las presuntas afiliaciones irregulares cuando su enfrentamiento con Javier Santiago Vélez por la presidencia de la organización. De aquella le dejaron más tirado que una colilla. La travesía fue durísima en todos los órdenes, incluido el personal. Sin embargo no se arredró, no arrojó la toalla y cogió la calle de en medio: acudir a los juzgados para deshacer el posible entuerto. Y en ello sigue. Por lo tanto, antes o después Génova tendrá que retratarse si los jueces fallan a favor del denunciante. Cosa distinta es el asunto de las papeletas al Senado, supuestamente manipuladas. Aquí, es fácil barruntar que la dirección nacional se lavará las manos y mirará para otro lado. Al fin y al cabo las expectativas del 10-N se cumplieron.

Después de la dimisión del secretario general, David Fernández, las voces en contra del presidente han subido de tono en petit comité. Como siempre. Unos han dado la cara, pocos, y otros se han agazapado a la espera de acontecimientos. Es lo que se llama cobardía o pesebrismo. Luego, y dependiendo de dónde sople el viento, tomarán posiciones. Nada nuevo en un PP, cada vez más desnortado por sus escándalos y sus continuas meteduras de pata. Que las mete hasta el corvejón.

Antonio Silván, el senador y por el momento concejal del Ayuntamiento de León, también ha salido a la palestra para pedir ‘justicia’. A su estilo. Sin hacer otro ruido que el preciso. Con su conocido ‘talante’. Y, eso sí, aboga porque se depuren responsabilidades desde las más altas instancias del partido para cortar de raíz el problema. Silván, que tiene ‘hilo directo’ con Madrid por ser miembro del comité ejecutivo, aunque, a la vez, lo tiene de igual manera por su especial relación de amistad con una de las personas más influyentes del círculo de Feijóo, es pieza clave para el futuro inmediato del PP leonés. Está mejor posicionado que nunca. Y hasta si se lo propusiera podría llegar a asaltarlo con el beneplácito de la cúpula central. Cosa distinta es que él no quiera –que haría bien– o que le dijeran que, hoy por hoy, Castilla sigue siendo ancha y que pase buen verano en la verde y querida Asturias, su lugar preferido de toda la vida para eso que llaman desconectar.
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