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De bares con ellos

06/11/2019
 Actualizado a 06/11/2019
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Ha habido tantos poetas, músicos y artistas de todo tipo que han dedicado sus creaciones a los bares que lo que hicieron los cinco principales candidatos en el esperado (por soporífero y anodino) debate preelctoral no llega ni siquiera a un recordatorio de todo lo que se puede encontrar uno entre cervezas y cafés.

Pero que nadie lo dude, que estos tipos se encuentran tan a gusto en un bar, hablando de sus cosas, arreglando el mundo pero solo de boquilla. Les faltó el palillo y el pincho para que todo fuera más creíble, por más que sacaran papeles, piedras y demás objetos disuasorios para enredarnos con sus pantomimas.

Los cinco abandonaron el plató como el que se piensa que ha soltado cuatro verdades al vecino del segundo mientras toma un vino, convencido de haber ganado el debate y que eso se traducirá en millones de votos. Y eso que unos estuvieron mejor que otros, más allá de sus argumentos y la vergüenza para este país que la extrema derecha esté representada en este tipo de acontecimientos (y, por tanto, en el Congreso).

Y como suele pasar en estos debates, los mejores fueron los presentadores, sobre todo Ana Blanco cuando les recordó que todos eran hombres, ninguna mujer, algo que también pasa en el resto de partidos que se presentan a las elecciones generales con perspectivas de lograr buenos resultados. Para que luego digan que no hay techos de cristal. Y eso que hasta en un bar serían más dignas que ellos.
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