De arte al poder transformador de la docencia

Montse Landa se define como "una arte-guerrera" que busca cambiar con su trabajo concepciones aletargadas sobre el arte, desarrollar con ello un espíritu crítico y divergente y contribuir a que sea una vía de transformación

Mercedes G. Rojo
23/02/2021
 Actualizado a 23/02/2021
La artista catalana Montserrat Landa.
La artista catalana Montserrat Landa.
"Las mujeres artistas seguimos en un segundo plano, queda mucho trecho por andar".  (Montserrat Landa. Artista multidisciplinar y docente).

Montserrat Landa González (Barcelona, 1970) lleva en León ya quince años. Al poco de su llegada participó en la exposición ‘Mujeres: del trabajo a la creación’, que yo misma organicé en Astorga por el Día del Trabajo bajo la premisa de que, en palabras de Castorina, «el Arte no tiene sexo», o al menos no debería tenerlo; desde ahí han sido múltiples nuestras colaboraciones.  Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona,  M. Landa ha compaginado desde el comienzo su carrera artística con la docencia, conjugando su labor en Educación Secundaria con la de profesora asociada en la Universidad, faceta de la que  nos destaca su último y actual proyecto dentro de la Facultad de Educación de León, que define como «mi aventura- proyecto transformador como docente, con el que estoy muy ilusionada».

De sus exposiciones de escultura, ilustración y grabado realizadas entre Barcelona y León (entre las de aquí algunas en el Albéitar, otras con el Ayuntamiento de Astorga y algunas más a través de iniciativas de compañeros de profesión) resalta que le han aportado siempre ese «poder disfrutar y compartir con los demás un poquito de mi ser». Tras haberse apartado de su formación inicial como escultora en piedra por «problemas de infraestructura», advierte no haber dejado de explorar nunca, a otros niveles, con diferentes materiales, y nos dice: «Pinto, dibujo, diseño… es imposible desligar la creación de todo lo que hago, por insignificante, trivial y cotidiano que parezca», un proceso, el creativo, que extiende incluso a la creación de materiales educativos y a su trabajo en las aulas.

Nos cuenta que el arte ha estado presente en su vida desde que su madre – ya en su infancia– procuraba que de una manera natural siempre estuviera ahí, como cuando a modo de juego, mientras hacían tareas conjuntas (como si de una modalidad del tradicional «veo, veo» se tratase) le describía cuadros, casi siempre impresionistas –recuerda–, que ella, fascinada,  tenía que adivinar. Después vino la educación a todos los niveles, de la que considera «ha sido mi salvación en muchos sentidos. (…) la educación es fundamental en la creación artística. Forma parte de un proceso que contribuye a un desarrollo integral, que enriquece y aporta un peso cognitivo y ayuda a desplegar destrezas y habilidades». Quizá por todo ello, en Montserrat creación y docencia van siempre estrechamente ligadas, aunque reconoce que, según el contexto vital de cada cual, la segunda pueda llegar a interferir en la primera. En su caso nos dice: «Disfruto con mi alumnado al igual que con un cincel y un trozo de arcilla (…) la docencia no deja de ser una forma de crear…de cambiar el estado de las cosas o al menos intentar contribuir a que cambien».Landa se considera «una  arte-guerrera que busca cambiar con su trabajo concepciones aletargadas sobre el arte, desarrollar con ello un espíritu crítico y divergente y contribuir a que el arte sea una vía de transformación desde todos los ámbitos», una artista -en toda la extensión de la palabra– que cree que los referentes siempre son buenos (refiriéndonos a la presencia de figuras femeninas en el Arte) pero que es aún más importante cambiar esas políticas, tanto públicas como privadas, en las que «en los puestos de poder todavía reina el género masculino», en el marco de un mundo donde en la relación arte-mujer, la apertura de caminos para nosotras es aún una realidad que a veces sigue resultando «una ilusión». De ahí la necesidad de esa educación que entiende como «un proceso transformador integral», con el arte como principal herramienta de cambio, a través de la cual las «bonitas campañas promocionales con las que se nos bombardea en  días puntuales como el  ‘de la mujer’, ‘el de la mujer en la ciencia’…, o campañas como No more Matildas…» vayan mucho más allá y nos permitan saltar el muro que sigue obligándonos a elegir entre ser mujeres y madres o a desarrollar nuestras pasiones artísticas.

Influida por Isamu Noguchi, Brancusi, Rodin, Arp y Moore, en lo escultórico; o desde un post de Instagram, un comentario de sus hijos, una lectura, una película, en el día a día;  con su visión conceptual de la escultura transformada a partir de una exposición de Noguchi en La Pedrera, se confiesa como firme defensora de la revolución educativa, de «hacer la revolución en la educación» para conseguir un radical cambio en un modelo educativo anclado en el s.XIX, en el que las reformas educativas se suceden dejando una tras otra de lado las humanidades y las artes, mientras «cada vez más estudios avalan el valor cognitivo del arte en todos los ámbitos y su valía como vehículo de conocimiento crítico», creyendo que «se deben crear alternativas pedagógicas para recuperar la pasión por el conocimiento (donde) la función real del arte (sea) alabar el proceso de transformación en el que se ven inmersos quienes la observan», y no la maestría técnica alcanzada.

Suerte del alumnado que pueda disfrutar de su manera de enfrentar el arte.
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