La libertad nos regaló una pasarela enorme, sin fin, para todos los días del año, masculina y femenina, de ancianos y adolescentes... Siéntate y verás. Ponle letra y te entretendrás.
Una afortunada expresión dividió a este inclasificable mundo en solo dos grupos: «arreglados e informales»; «arregladas e informales» en este caso, que también tienen calle de en medio: «arreglado pero informal». Como en las viejas fondas que tenían habitaciones de dos tipos: «viajeros y estables».
Parece lógico que después de aquellos largos tiempos en los que nos vistieron de gris (mental), en los que nos vigilaron hasta los tobillos, nos midieron las faldas o no les gustaban los vaqueros u otras prendas que llegaran de ese extranjero tan sospechoso de hacer cosas extrañas, como votar... no extraña que tuviéramos ganas de quitar la boina impuesta y cambiarla por lo que nos saliera del rabo de la misma, incluido volver a poner la misma boina, pero ahora porque nos da la gana.
Tengo un amigo que practicaba un extraño juego, hacer operaciones matemáticas con los números de las matrículas de los coches para reducirlas a múltiplos de tres lo más bajos posibles. Una locura pero que le daba una agilidad increíble para los cálculos matemáticos. Lo mató la calculadora y los móviles que la llevan, ahora escribe mentalmente las biografías de la gente que se cruza en base a su ropa, su forma de caminar, la prisa que lleva, cómo mira...
No os puedo decir qué historia construirá con la foto de hoy, se lo preguntaré cuando la vea él, pero os aseguro que no conozco a nadie que defina con más rapidez y acierto... «Lo llevan en la matrícula», dice.
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