De aquel Maño a estos catarís

Corren nuevos tiempos para la Cultural, le llaman la fiebre catarí. Como todas las fiebres ésta también es del oro;es decir, de la pasta.
Han venido unos, han puesto la pasta, y la casa es suya. Y el que no esté conforme que ponga él sobre la mesa los euros que hacen falta para no ser una ruina.

Ahora estamos en una nueva fase, hacer que los culturalistas se emocionen con el equipo que tiene dueños exóticos, jugadores de medio mundo y un capitán de La Virgen del Camino. Que sientan lo mismo, o parecido, que cuando saltaban a la Vieja Puentecilla los Ovalle, Villafañe, Marianín... Que vuelvan a pedir a «¡Seo, Seo...!» y que vibren como cuando el cuero, nunca mejor dicho, cargado de agua y nieve golpeaba en la cabeza calva de aquel racial central al que llamaban Maño porque era un leonés de Aragón.

Ahora la duda es si el orgullo y la pasión nace de que sean el equipo de la tierra o si nace de que vayan los primeros. Voy a ser agorero, nacía del orgullo de la tierra entonces y nace del resultado hoy, es el camino que va de los tiempos románticos a los materialistas, de las conversaciones de partida de mus en la que uno de los jugadores bien podía ser Zuazaga o Piñán a un wasaap que anuncia el fichaje de un internacional ecuatoriano; la diferencia entre los años en los que el único partido que veías a la semana era el de la Cultu a estos en los que televisan hasta los entrenamientos.