De Álvarez a Barrio Sésamo

Fulgencio Fernández y Mauricio Peña
11/05/2023
 Actualizado a 11/05/2023
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Cada generación es hijo de una educación que denota cuando la vive y la convierte en la mejor cuando la nostalgia suple a la razón, cuando llega el tiempo de no cuestionar que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Los hijos de la enciclopedia de Álvarez o la de Faro, que las dos reinaron, se empeñan en defender que en aquel libro único para todas las materias estaban presentes todos los saberes y recurren de manera permanente a la existencia de aquellos ‘Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos’, en los que se les invitaba a ceder el asiento, la acera, tratar de usted, besar el anillo... y, rematan, «que buena falta nos harían ahora que no se respeta nada».
Para otra generación, la conozco, los idiomas estaban en los nombres de las discotecas y la música en los coches de choque, para qué más si «como España no hay nada».

Se fueron sucediendo después las generaciones de Barrio Sésamo, la de los conjuntos en vez de las sumas; la de la Educación Física en vez de la gimnasia, las espalderas y el plinton; la de la igualdad de trato, la de las extraescolares en vez de las permanencias, los tutoriales en Internet, el Rincón del Vago, lo bueno y lo malo de los tiempos.

Y, siempre, como en la generación anterior no hubo nada. Ni lo habrá.
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