Imagen Juan María García Campal

De algunas de mis suertes

31/08/2022
 Actualizado a 31/08/2022
Guardar
Si alguna vez me definí como poliédrico, sepan que hoy escribo mientras escucho de la ópera Rigoletto el aria ‘La donna è mobile’. Y no porque crea tan dudable aseveración, sino porque hoy yo mismo me siento mudable ‘qual piuma al vento’. Al viento de la vida.

Me explico: es martes y he comenzado este texto aun cuando ya otro estaba dispuesto para su envío desde el pasado jueves (quizá el que con mayor anticipación haya escrito para esta semanal comparecencia). Mas ayer, el ya dicho viento de la vida no solo me corrigió aquel sino que en el corazón impuso este que ahora tecleo.

Son la ajena lucidez y la admiración las razones que como cordiales diástoles y sístoles me traen a hablarles de una, otra (otras si espacio hoy tengo), de las muchas suertes con que –en vario grado y amén de las que seguramente me pasan desapercibidas– me regala la vida.

La amistad y el cariño de Francisco Anson y Pilar Riestra propiciaron que, visitándoles el pasado julio, me regalase este su último libro ‘Signos de los tiempos’ (Ediciones El Criticón).

La lucidez, la defensa de la libertad personal y el espíritu crítico e ilustrado encontrado en los artículos en él recogidos y hasta ahora leídos, amén de la citada amistad, me animaron a asistir ayera su presentación en Astorga para conocer de viva voz las explicaciones, advertencias y enseñanzas de este hombre nonagenario pleno de envidiable inquietud intelectual y sabiduría.

Su lectura está siendo como el examen de la realidad desde otra ventana, desde otra mirada que, en muchos aspectos, esclarece la propia pues, a través de ella, no solo descubro nuevos riesgos, sino que profundizo en el conocimiento de muchos de los que, ya sabidos u oídos, encierran las muy útiles nuevas tecnologías a cuyo uso, de una u otra forma, en mayor o menor grado, nos habituamos cada día.

Qué regalo de los que fueron mis editores y hoy son amigos, Juan Manuel Martínez Valdueza y Catalina Seco, acercarme hace años a Francisco y Pilar, qué suerte los unos, qué suerte ellos.

Qué suerte tantas suertes. ¿Otras más cotidianas? Loreto, que tantas mañanas me prepara unos cafés resucitadores; María, con quien trafico en futuros de humo; Rosa y Roberto, que me aguantan y me acercan a usted, como hoy, cada semana; Rocío y Gustavo que me refrescan tantas tardes y tan pronto me regalaron mi propio nombre; usted mismo, que me lee sin yo saberlo. Qué suerte mi Suerte.

Silencio la ‘La donna è mobile’, escucho ‘Gracias a la vida’.

Buena semana hagamos y tengamos y ¡salud, versos y párrafos!
Lo más leído