De 'abrigar' árboles a levantarlos

Las mujeres de Cimanes y de Bariones empezaron decorando los árboles con piezas de ganchillo y han acabado construyendo uno en cada pueblo para celebrar la Navidad

T.G.
04/01/2022
 Actualizado a 04/01/2022
El árbol de Cimanes mide seis metros y lo han preparado "en apenas dos meses". | MAURICIO PEÑA
El árbol de Cimanes mide seis metros y lo han preparado "en apenas dos meses". | MAURICIO PEÑA
"Sonreíd, que se nos nota en los ojos", se escucha decir a una mujer a los pies del árbol de Navidad que han levantado en Cimanes de la Vega a base de lana tejida con agujas de punto y de ganchillo. Se han congregado casi una veintena de ellas para inmortalizar una actividad de la que han disfrutado mucho, «pero faltan más del doble». También lo han hecho en el pueblo vecino, en Bariones, donde han sido sobre una docena las que se han apuntado a la faena. Todo comenzó con una actividad para ‘abrigar’ los árboles y poner color a base de lana tejida a los parques y plazas de ambos pueblos. Pero tiraron del hilo, siguieron tejiendo y han acabado por levantar un árbol de seis metros de altura en Cimanes y otro más pequeño, pero no por ello menos meritorio, en Bariones, donde también con ganchillo han montado el Belén.

Detrás de esta iniciativa están Montse García y Natalia Gandarillas, dos jóvenes de Cimanes contratadas por el Ayuntamiento del municipio para desempeñar tareas de dinamización social en el pueblo. Por el verano organizan excursiones y actividades para los niños, y en invierno se centran más en las mujeres. Gimnasia, talleres de memoria y las agujas son algunos de sus entretenimientos.Que se han afanado con la lana en los últimos meses se nota nada más entrar a Bariones, donde tienen un árbol ‘vestido’ y también en Cimanes, donde son varios los que están bien arropados. En el caso de este último pueblo, el árbol cuenta hasta con iluminación. «Se ha implicado mucho todo el pueblo y en especial tenemos que agradecer la ayuda que nos han dado tanto Juanjo como José Andrés», explica una de las participantes, quien destaca ante todo la colaboración pues incluso los escolares del colegio del pueblo ha contribuido con la elaboración de sus propios adornos, también a base de lana. Con ella han puestos sus nombres en el árbol como figuran también, bordados en corazones, los de las mujeres que han participado en la actividad. Tanto han tejido que han perdido la cuenta de los ovillos que han utilizado y que en el caso de Cimanes estiman que sean más de 200. «Arrasamos con las lanas de Benavente», comentan las tejedoras de Cimanes entre risas. Tanto en su árbol como en el de Bariones destacan los tonos morados sobre el verde y es que la actividad cuenta con fondos del Ministerio de Igualdad en el marco del Pacto de Estado contra la violencia de género. Natalia y Montse reconocen que trabajar con sus vecinas está siendo una experiencia «muy enriquecedora» y así lo transmiten todas, que sonríen detrás de la mascarilla. Se les nota en los ojos. Y en las ganas, pues ya planean seguir tejiendo nuevos proyectos.Tere, ‘la del bar de Bariones’: "Mientras sigamos con él abierto, el pueblo vive"
Tere es una de las mujeres de Bariones que lleva meses dándole que te pego a la aguja de ganchillo para decorar el pueblo. A ello se ha dedicado en los ratos libres que le deja su trabajo en el bar del pueblo, donde lleva «ya casi 36 años», desde que se casó. Fue entonces cuando su marido se hizo cargo del bar que primero habían regentado sus abuelos y después sus padres. Ahora son ellos, la tercera generación, quienes atienden a diario a los apenas 90 habitantes que quedan en Bariones, pedanía de Cimanes, aunque hasta allí se acercan de otros pueblos vecinos al reclamo de la buena mano de Tere con la cocina. «Al principio cuando vine había muchísima gente, pero ahora... Esto ha bajado mucho», reconoce mientras prepara unos cafés a las compañeras con las que tanto ha convivido en las últimas semanas con la excusa de la decoración navideña del pueblo a base de lana. Todas coinciden en la suerte que tienen de tener todavía bar en el pueblo. «Mientras sigamos con él abierto, el pueblo vive», dice Tere. Y de nuevo todas se ponen de acuerdo en que su tortilla es muy buena, en que sus champiñones también. «Y callos, oreja, carne guisada...». «¿Ves toda este calle de aquí?», pregunta Tere mirando por la ventana. «Pues ya están todas las casas vacías», lamenta. Pero la puerta de su bar sigue abierta y eso les da la vida.
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