02/04/2023
 Actualizado a 02/04/2023
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Recientemente nos hemos hecho de Filmin en casa. Su catálogo de películas es fabuloso, pero de las vistas hasta la fecha la única que, con permiso de la magistral ‘La maternal’, nos ha mantenido en tensión ha sido ‘Nader y Simin, una separación’, del director iraní Asghar Farhadi. Sus dilemas éticos funcionan como un tiro porque están teñidos de responsabilidad legal. Resultan trascendentes a pesar de que el sistema judicial de la Persia de hoy, en la cual se desenvuelven los personajes, presenta diferencias sustanciales con el que conocemos en la Hispania de hoy. ¿O no lo conocemos ni por el forro tampoco?

Como sabe cualquier analfabeto digital, las dos instituciones humanas más importantes no son los ‘e-sports’ y los juegos ‘sandbox’, sino el lenguaje y el derecho. Si el lenguaje lo estudiamos (de modo mejorable) cuatro horas todas las semanas de nuestra vida escolarizada, el derecho ni lo olemos. Y si el primero nos permite comunicarnos y comprendernos, el segundo nos permite respetarnos y convivir, conque ¡cómo puede ser que nos movamos por el mundo sin una mijita de entendimiento legal!

Cuando yo era un moco, muchos niños con ínfulas queríamos convertirnos en abogados, más por ‘La ley de Los Ángeles’ que por ‘Turno de oficio’. Luego a mí se me pasó la filia sin saber por qué, al contrario que con otras vocaciones, de las que sí recuerdo el desapego. Antes había querido ser albañil y luego ingeniero de telecomunicaciones, pero nuestro vecino Antolín y mi primo de Vallata, cada uno en lo suyo, eran difíciles de superar y me desmotivó. El caso es que hasta Selectividad, cuyos exámenes hice en la Facultad de Derecho no volví a tener contacto con la materia titular y, de nuevo de un salto, hasta el año pasado que me he vuelto a interesar gratuitamente había sudado mucho de ella.

Suertudo, en la familia tengo profesionales jurídicos y eso me mola y deseo la mejor de las suertes para su proyecto. Es su apuesta quedarse cerca de la familia en vez de ir a echar quince horas diarias en Uría Menéndez o Cuatrecasas. Para estos últimos, pobres, también tengo buenos deseos. Si llega el día en que los despachos de relumbrón les purgan porque la IA les suple, yo siempre me sentiré muy orgulloso de ellos porque, a diferencia de los machacas del mundo financiero, no se dejaron imponer el uniforme de turno de pantalón gris a pescar, castellanos burdeos y americana marino sobre camisa clara. ¡Duro ahí!

Acabando con Derecho por derecho, he de reconocer que me impone. Y si hablamos de conceptos jurídicos como, por ejemplo, el poder constituyente, implosiono. Escena digna de película de Filmin que no me acabaría.
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