25/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Este lunes y martes en el ‘prime time’ televisivo solo faltaba la baraja. Los debates electorales cumplieron las expectativas y se convirtieron en una mala partida de tute tanto en el tapete público como en el privado. Como en toda noche de naipes hay que ser pares y, como marca la ley no escrita de cualquier bar, el último que llega se queda sin jugar. Abascal y su caballo de bastos miraron la partida desde fuera criticando de forma impertinente cada baza y arrastre que se hacía en la mesa. Las parejas estaban claras y en la primera noche se jugó con las normas de los pueblos leoneses: se canta con el compañero. El excesivo compadreo Casado-Rivera y Sánchez-Iglesias hizo cambiar las reglas en la segunda partida y cada uno cantó en su baza, como mandan los cánones de la capital. Y es que el poco nivel de la mesa de tute pidió a gritos un ‘cordón sanitario’. A Sánchez, pese a contar con las mejores manos, le pillaron varios renuncios. Mientras, Casado sigue con la sombra de que su partido la última vez que cantó las cuarenta fue de ladrones. Iglesias sigue fiándolo todo a un tute de sotas que no le puede servir para ganar en este juego. Y Rivera cada vez sale de un palo, lo mismo en una se achica que en la siguiente ‘carga un tres’. El orden (y la educación) tampoco hizo acto de presencia y los jugadores lanzaban sus cartas cada vez de forma más caótica. Al final, uno echaba de menos hasta las briscas de Zapatero y Rajoy. Vistas ambas partidas solo quedaron ganas de ir a la barra, pedir unos amarracos para cambiar de juego y, así, poder darse mus.
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