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Cultura de León y de saldo

02/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Haber conocido al tío Ful, Fulgencio Fernández —o cataplasmo—, es algo que le debo en primera instancia a mi tía, la señora Berta, que fue quien alumbró a los Pérez de Alija de la Ribera, a la sazón mis primos, que fue lo que llevó a Ful a hablar de ellapara glosar las buenas tardes que dieron en unos cuantos corros. Antes de empezar a escribir en los periódicos yo era de los que esperaba hasta las dos de la mañana —si mal no recuerdo— para leer en la madrugada del lunes la crónica de Ful en ‘La Vieja Crónica’. Mi generación estamos bien entrenados en este tipo de ejercicios de resistencia al sueño, hace tiempo entrenábamos con los horarios de la irreverente serie ‘South Park’.

Con el tiempo he tenido la suerte y el privilegio de trabajar con él, sobre todo de aprender y no solo del oficio. No son pocos los méritos de Ful y no es cuestión de reseñarlos ahora. Solo venía a comentar el último. Será uno de los pocos (co)autores cuyo nombre figura sin apellido en el lomo de un libro con vocación de crónica. Así, a secas: Fulgencio. Llama la atención porque el del otro autor, Ángel Fierro —otro maestro— figura con todas las letras. Se trata de ‘Arbolio’ (Edilesa, 1997). En descargo de los editores he de decir que en la portada, en la contra y en los demás lugares donde se requiere figura la identidad completa del ‘oso de Cármenes’.

Descubrimos el asunto gracias a la tía Teresa, que organizó una expedición a Pastor para cargar un remolque de imprescindibles de la Cultura Leonesa —no confundir con Cultural Leonesa— editados en Everest y Edilesa y que están de saldo —los libros, de las editoriales mejor no hablar—. Trincamos unas tres mil páginas por menos de un menú de domingo y marchamos sorprendidos y algo decepcionados: Ful, haciendo de las suyas, reseñó con sorna y en la misma librería cada ejemplar que compramos, pero sólo nosotros sabíamos que hablaba de sí mismo. De la Cultura Leonesa, en suma.
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