Cultura de envase

08/10/2021
 Actualizado a 08/10/2021
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«Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase que desprecia el contenido» así definió Eduardo Galeano a la sociedad actual. Resulta paradójico que una tropiece con esta precisa definición en la plataforma más materialista y vacía de la época contemporánea: Instagram.

Lo superfluo domina a lo racional, lo nimio a lo que te ofrecen los cinco sentidos, la inteligencia emocional cada vez concurre menos y el aparentar importa más que el ser. Es complicado encajar en un tiempo en el que una quiere saber el contenido, entenderlo y empatizar con él. De la manera más real. Lo normal es terminar siendo arrastrada por una cultura que prima lo nimio. Y reconozcámoslo, todos, en mayor o menor medida, hemos sucumbido a la primacía de los likes. Queremos gustar. Que guste nuestra foto, nuestra storie, nuestro video. Que guste nuestra apariencia frívola y vacía, no nuestro yo más real.

Todo tiene que ser viral. Todo es fast. Fast food. Fast fashion. Fast pictures –y llegaremos a la época de la fast education–. Si preguntas a los que ahora mismo están a tu alrededor, probablemente y aseguraría sin miedo a equivocarme que, una amplia mayoría, el movimiento que más realiza a lo largo del día es el de desbloquear el móvil y meterse en una red social. Queremos saber y tener todo aquí y ahora, estar siempre conectados a la red pero desconectados de lo que nos rodea.

Estamos creando un mundo con jóvenes (y no tan jóvenes) incapaces de comunicarse cara a cara, ya no hablamos de pensar sobre el contenido o empatizar con el mismo, la falta de empatía es algo, permítanme que me desahogue, que me inquieta horrores, el pensamiento egoísta e insensible se está anclando a nosotros en todas las facetas de la vida como algo ordinario. Tenemos ya aquí una sociedad con personas capaces de bailar 15 segundos en frente de una pantalla pero incapaces de mirarse más de 10 segundos a la cara comunicando qué son y qué quieren cuando es el mundo real el que tienen enfrente. Todo vale pero sin embargo nada es suficiente. Vivimos en un envase donde no preocupa el contenido real. Y encontrar personas que le interese lo real y tengan la capacidad de empatizar es tarea casi utópica. Como el mismo Galeano dijo, no podemos adivinar el mundo qué será y que tendremos pero sí el que queremos que sea.
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