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Cuidado con el romadizo

04/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Procure evitar las corrientes y eludir cambios bruscos de temperatura. Aléjese de los aires acondicionados, lleve consigo una chaquetina para si se pone la cosa fría y entre menos hielo en el vaso, mejor. Resguárdese de las mañanas, que ya amanece con algo de rocío, y al oscurecido, evite sofoquinas. No deje ya por las noches las ventanas de casa abiertas y según la orientación de la vivienda quizá hasta una manta venga bien para que los pies no se enfríen. A la hora de la siesta, también. Mejor tapado. No quiera aprovechar más de la cuenta los modelos del armario de verano con destapes por encima de la rodilla, chanclas y camisetas de tirantes o de gasa. En algún momento alcanzará con ese vestuario la sombra y correrá una brisilla que promete ponerle la carne de gallina y erizarle los pelos del cogote. No es viento. Es el romadizo que acecha como el mismísimo demonio a la vuelta de cualquier esquina en este tiempo que llaman entretiempo. No piense ya en la lana como solución puesto que las sudadas también son importantes receptoras del mal de esta época que ni invierno, ni verano, ni frío, ni calor. No fantasee con encender el brasero porque venga un día nublado, ni vuelva a tomar al sol en el corral porque caliente a rabiar. Cuídese del entretiempo, pero también del lumbago, de un corte de digestión, de un lunar nuevo, de una pérdida de visión o de un mal tropiezo. Que no le duela la barriga, ni la cabeza, ni le suba la fiebre, ni le baje la tensión. Allá usted si le duele el bazo o el espinazo. En Sanidad todavía es verano y ya es un clásico del medio rural el no poder ponerse malo en estos meses. Si lo hace, el consultorio médico tendrá un cartel a la puerta en el que se le indicará que hasta el derecho al romadizo de entretiempo lo ha perdido. Si antes había cuatro horas a la semana para poder hacer uso del servicio médico, ahora son dos. Se diluyen los servicios en los pueblos como lo hace esa aspirina efervescente que tiene delante en el vaso y con la que se ha tenido que automedicar por no guardarse del romadizo. Irrumpe con fuerza en el agua, está rodeada de burbujas, flota, se pierde... Igual que las ganas de trabajar de los que prometieron que esto lo iban a arreglar.
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